Miedo a vivir – @reinaamora

Amor. En tan pocas letras se encierra un concepto tan corrosivo como adictivo. Como una droga que consume sin que te des cuenta todo aquello que prometiste no hacer. Y renuncias a ello con todo el placer que puedes darle a un sentimiento ilógico y contradictorio.

Como naufrago sentimental que he sido, soy y seré, apenas puedo dejar mensajes en una botella de ladrillos allá por donde paso. Las paredes no son sólo lienzos donde marcar mi impronta, son un recordatorio de lo que dejé atrás, como migas de recuerdos difusos, apenas formados por siluetas de nombres y cuchillos de saliva. Aún sangro desde que salí de aquel callejón sin salida que formaban sus labios.

Hazte una pregunta a ti mismo: ¿miedo a vivir o miedo a vivir sin aquello que has conocido y que ahora te falta? Es complicado seguir adelante después de haber conocido muchos prohibidos que te seducen y te hacen caer adrede, una y otra vez. ¿Cómo vivir sin esa tentación? Aún hoy me saca una sonrisa ese placer vetado.

¿Cómo vivir con ese miedo a no ser tú? ¿Realmente somos lo que queremos ser? ¿Somos un cúmulo de pasiones, de sensaciones? ¿De ese “hola amor”, “buenos días preciosa” que te enciende y te relaja? ¿Quién puede vivir sin eso? Que levante la mano el que no ha tenido un amor oculto, ese nombre que al pronunciarlo, tuyo, de nadie más, te hace sonreír. ¿Se puede vivir sin salir a la calle con esa sonrisa y decirle al mundo la vida que te insuflan unos ojos que sabes que te pertenecen?

No hay en este mundo nada absurdo, nada tan estúpido como para no experimentarlo.

Miedo a ver mis huellas borradas en la playa de mis sueños, arrastradas por un mar de convenciones y falsa moral. A envejecer sin haber sentido, a que el tiempo y la costumbre den por bueno algo que no me llena. A traicionarme ante cualquier dios que me haya escuchado.

No necesito el permiso de nadie para caer ni los apoyos de nadie para levantarme. Me aterra perder la fuerza de mis sentidos para seguir mis propios pasos, a crecer, a matar al eterno adolescente que llevo dentro.

Miedo a vivir sin el brillo de sus ojos. Miedo a vivir todo aquello que no me hace vibrar.

Miedo a vivir sin pasión… sin tu pasión.

Esas palabras que golpean cada vez que la melancolía tiñe mis ojos, robando los contrastes del gris que es la vida.

Cuántos tús en tantas horas, vacías de sentido y llenas de un perfume de lujuria. Pensando, como pensaba, en plasmar la forma de ser en un par de frases.

Complicada, contradictoria, llena de impulsos, salvaje.

Impredecible.

Imposible cambiarla. Imposible quererla de otra forma. Para ella hoy siempre fue todavía, como retrasando caducidades y fechas muertas. Y mi manera de comprometerme fue darme a la fuga.

Como seres físicos que somos vivimos en una existencia de acción reacción. Toda acción tiene su consecuencia. Y todo ello lleva al miedo más primigenio que existe, aquello que paraliza en cuanto ves alejarse aquello que te importa.

Miedo a vivir sin ser feliz.

Dicho esto, vamos a follarnos la vida. Mañana es tarde.

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