Revista Sociedad

Mierda de artista

Publicado el 03 febrero 2012 por Moniruki
En el verano de 1961 un artista italiano presenta en una exposición un curioso objeto artístico de no más de cinco centímetros de altura. Se trata de una pequeña lata de conservas en la que puede leerse en varios idiomas el siguiente texto: "Mierda de artista. Contenido neto 30 gramos. Conservada al natural, producida y enlatada en mayo de 1961".
Mierda de artista
El artista se llamaba Piero Manzoni (1933-1963) y aquel mismo día puso a la venta un total de 90 latas, numeradas y debidamente firmadas en su cara superior por el autor, quien afirmaba que en cada una de ellas se contenía una muestra de sus propios excrementos y que el precio que habría de pagarse por cada ejemplar debería ser el mismo que alcanzasen 30 gramos de oro en el mercado de metales preciosos. No faltaron importantes museos que se apresuraron a comprar una de esas latas, como es el caso del MOMA de Nueva York.
Comenzaba así una interesante reflexión sobre el sentido del arte en la sociedad contemporánea. Manzoni quería plantear un problema que sigue de plena vigencia en la actualidad: ¿Dónde se encuentran los límites del arte? ¿Cuáles son las razones que nos llevan a calificar a un objeto elaborado por el hombre como "obra de arte"? Y asociada a este tema, una segunda cuestión relativa a la extraordinaria e incomprensible valoración económica de determinadas obras de arte, cuya elaboración formal y conceptual no han requerido mucho esfuerzo. Con esa misma intención Manzoni realizó otras obras como el "aliento de artista", las "esculturas vivientes" o su serie de "líneas", consistente en cilindros metálicos en cuyo interior una alargada hoja de papel muestra una delgada línea de un único color y de extensa y variable longitud.
Este tipo de realizaciones ha llevado a encuadrar las obras de Manzoni como propias del arte conceptual, aunque a mi juicio también podrían considerarse como una lúcida, irónica, mordaz e inteligente reflexión sobre la obra de arte en la que se emplean, precisamente, objetos a los que el autor atribuye, por propia decisión, la categoría de artísticos. Es una lástima que Manzoni falleciese a los treinta años de edad. Quizás hubiese tenido mucho que decir sobre este tema ahora que hay por ahí autores de creciente éxiito económico que se lucran vendiendo calaveras recubiertas de diamantes. O quizás, aún muerto, sigue diciéndonos cosas. Algunos compraron entonces aquellas latitas pensando que en ellas se contenían heces del artista, aunque jamás las vieron. Hoy parece estar claro que lo que el artista introdujo en ellas fue un trozo de yeso.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista