Revista En Femenino

Mis hijos son unos manipuladores

Por Mamaquesabe @mamaqsabe

Mis hijos son unos manipuladores. Y yo también. Probablemente cuando acabes de leer este texto puede que hasta creas que el título del mismo ha sido utilizado para manipular y atraer la atención hacia el contenido ;-) Mi hija pequeña está en la etapa de las rabietas pero, aunque es una manipuladora incipiente, yo no nunca lo relacionaría con la connotación negativa que suele darse a la palabra manipulación.

Lo que aprendes observando a los hijos

Las palabras son las que son, y somos los individuos los que en su uso acabamos dándoles connotaciones que se inclinan hacia algo negativo o positivo. También son manipuladas, y nosotros manipuladores de las palabras. Cuando leo “niños” y “manipuladores” me encuentro con dos versiones:

  • Quienes sostienen que los niños son manipuladores desde una perspectiva negativa.
  • Quienes sostienen que los niños no son manipuladores desde una visión que quiere negar la anterior pasando al extremo de decir que un niño nunca manipula.

No sé los vuestros, pero mis hijos son unos manipuladores. No sé vosotros, pero yo soy manipuladora. Aunque si os soy sincera, probablemente nadie de nuestro entorno diría que lo somos porque en el manejo de las posibilidades no suscitamos nada negativo para el otro o para terceras personas. Mis hijos es probable que muchas veces busquen más su propio interés, pero es normal porque forma parte de su etapa de aprendizaje; mi hijo mayor con casi 10 años hasta muestra habilidad en ello (es ahora el momento de encaminarlo hacia un buen uso) Pero no os voy a engañar ni nos vamos a engañar diciendo que no manipulamos las circunstancias, porque lo hacemos.

¿Quién se atreve a decir que un niño es manipulador de forma negativa durante la primera infancia? ¿Acaso no deberían conocer que en esos primeros años buscamos mediante el uso de emociones satisfacer nuestros deseos o satisfacer los de los demás con escasa capacidad todavía de razonamiento? Es necesario el ejercicio manipulativo para aprender el manejo de las circunstancias en las relaciones con los demás. ¿Acaso no es manipulación sin la connotación negativa que puede añadirse cuando los años y el conocimiento nos dan la libertad de hacia qué sentido queremos orientar nuestra capacidad de manipular? Os pongo dos ejemplos para tratar de explicarme:

  • Hace un par de meses iba a montar a mi pequeña en la silla del coche cuando se me cerró la puerta con tan mala suerte de que para protegerla me golpeó en la oreja provocando un fuerte dolor que no pude disimular. La peque enseguida quiso quitarme esa cara que acababa de poner como ella sabe: sonriendo de oreja a oreja y lanzando ese “aaaaaa” que acompaña a sus abrazos. Se me quitó la cara de dolor aunque no se me quitara el mismo. No hay nada con lo que más podamos manipular ni ser manipulados que a través de las emociones. Me pareció una manipulación generosa del momento: ha percibido un estímulo ajeno, lo ha pasado por su cabecita, y ha respondido como sabe dada su edad para influir en mí de forma positiva. Me pareció muy inteligente por su parte. Y es que así son los hijos: generosos e inteligentes, emotivos, hábiles, manipuladores mágicos…
  • He comprado unas zapatillas nuevas para mi hija, no por capricho sino porque los zapatos los tenía, además de pequeños, destrozados. Cuando se levantó de la siesta se las quise poner, pero ella quería sus zapatos. La dejé con calcetines y como ya permite cierto diálogo le dije que primero debería ponerse las zapatillas para bajar a la calle. Podía habérselas puesto entre lloros y una rabieta, pero yo soy de las que creo que ahí no le doy un aprendizaje y solo genero una emoción negativa en ambas; mi estilo de crianza es tratar de comprender a mis hijos y utilizar mis recursos de adulta para guiarlos. Cada vez que iba a la puerta de la calle y decía “abir”, yo preguntaba: ¿te pongo las zapatillas?; me decía que no y se iba a jugar a otra cosa (pero al contrario que suele hacer, no me invitaba a jugar con ella). Volvía a la puerta y repetíamos la misma situación. Dos horas después, estábamos las dos dando una vuelta a la urbanización con sus zapatillas nuevas y sus zapatos viejos en la basura. Sin lloros. Sin rabieta. Ambas intentamos manipular la situación. Si manipulamos un objeto para conseguir destreza con él, un niño también intenta manipular circunstancias como parte de su aprendizaje para conseguir destreza emocional, cognitiva, social… ¿busca su interés?, pues no lo sé, pero yo creo que todos lo buscamos y es natural hacerlo. Y que es a través del aprendizaje como se avanza de etapa a etapa con éxito en la educación infantil. ¿Yo buscaba manipular a mi hija? Pues tampoco lo veo así, pero sí manipulé las circunstancias.

Las zapatillas de la discordia... ¡pero que nos quiten el aprendizaje permitido!

Las zapatillas de la discordia… En esta etapa habrá muchos momentos de discordia, pero siempre se pueden aprovechar para desarrollar la inteligencia emocional de nuestros hijos.

Limitar el tema de los “niños” y su “manipulación” a una lucha de poderes entre los niños y los padres a mi parecer es un error. Es un pensamiento propio de adultos. El niño no es manipulador negativo, está aprendiendo a manejar circunstancias mediante la experiencia. Pero negar que no son manipuladores se me antoja un ejercicio para nada realista. Todos somos manipuladores, lo que nos diferencia es qué sentido y cuántos beneficiados hay con la manipulación. Me parece fundamental abandonar la concepción de sobrevivir a esta etapa de la primera infancia gestionando solo las rabietas, hay que vivir cada etapa con la visión de aprendizaje, porque sobre cada uno de ellos se irán estableciendo el resto y conformando la condición plena del niño y futuro adulto. Sobrevivir a la etapa de las rabietas es ponernos una tirita, hay que vivir esta etapa con un aprendizaje que generará estabilidad para los siguientes y conformando una solidez en el crecimiento de nuestros hijos. Siempre creo que los niños son geniales aprendices, somos nosotros como padres los que podemos fallar o no en las enseñanzas. Mis trucos para gestionar las rabietas, que ya os conté con anterioridad aquí, suelen fundamentarse en la manipulación de las circunstancias:

  1. Anticipación: conozco a mi hija y sé que es el cansancio y sueño el disparo de salida. Así que observo el punto de inflexión y evito el de no retorno, como os conté con otro ejemplo aquí.
  2. Si ha sido imposible el punto anterior dadas las circunstancias solo me queda recurrir a mi paciencia. No es que mi hija intente manipular por capricho, es que sus emociones son tan poderosas que no dejan espacio a su pequeño nivel de razonamiento. Ahí no intento razonar nunca. Solo acompaño sus sentimientos y me muestro dispuesta a calmarla. Cuando veo que empieza a bajar su nivel emocional busco distraerla con otra cosa para seguir avanzando fuera de esa espiral negativa.
  3. Dada la etapa de mi hija (casi 22 meses) no razono con ella después de una rabieta. Cuando acaba, se acaba el tema. Pero manipulo los momentos de aprendizaje: con el ejemplo de las zapatillas, el que lo hiciera después de la siesta me asegura un margen de tiempo suficiente para sacrificar el salir al parque a cambio de un aprendizaje y que ella esté receptiva a él. Cuando ese aprendizaje base se repite con diferentes ejemplos, mis hijos aprenden que hay normas que no son impuestas por capricho ni antojo, ni por manipulación negativa, sino por su bien o por el bien familiar, y más adelante el social. Pero una cosa es manipular las circunstancias y otra muy diferente manipular a las personas. Podemos establecer una delgada línea o una gruesa entre ambas, pero como madre me inclino a establecerla muy ancha. Mucho. Nada más alejado de nuestra educación familiar estaría el manipular a mis hijos o educarlos en la manipulación ajena.

¿Creéis que los niños son manipuladores? ¿Y nosotros los padres? ¿Es parte de un aprendizaje a futuro?


Mis hijos son unos manipuladores. Mis hijos son unos manipuladores. Mis hijos son unos manipuladores.


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