Revista Cultura y Ocio

Miscelánea Literaria: "Profesores indignados" que indignan más a los alumnos (I)

Publicado el 30 septiembre 2011 por Ruta42 @ruta42
Portada y contraportada de un ejemplar.
Fernando Gil Villa es profesor de sociología en la Universidad de Salamanca, y autor de "Profesores indignados: Manifiesto de desobediencia académica", que ha visto la luz recientemente, aprovechando el tirón del 15M y la denominación tan recurrente en los medios de calificar con ese adjetivo a los manifestantes que llevan echándose a las calles y plazas desde el pasado mes de mayo. Sin embargo, no encontramos ninguna referencia a dicho movimiento ciudadado entre sus páginas (sitúa el inicio de su cabreo con la institución pública educativa en abril), por lo que parece que la elección del título se ha servido del tirón mediático de los hechos acontecidos desde mayo.
Pero este es solo el primero de los muchos errores que comete el señor Gil Villa, solamente en 62 páginas, que me gustaría analizar detenidamente como estudiante de Periodismo en la UVa (Universidad de Valladolid). A un clic, desglosemos algunos de los argumentos, en un primer texto.
El motivo de su “indignación”
Añadir la palabra favorita de los medios españoles en los últimos dos meses y medio es solo una mínima parte del problema de este "libro", que es capaz de condensar auténticas barbaridades en tan poco espacio.
Dirigido a sus compañeros de profesión, cerrando así en las primeras páginas la puerta a otros posibles lectores, se sirve de una falacia tras otra para dar vueltas a una misma idea presente casi todo el tiempo: ser profesor de universidad está mal pagado. Tengo que agradecer a Gil haber redactado este texto, porque gracias a él ha conseguido que mi indignación como universitaria haya aumentado a niveles increíbles. Topé por casualidad con su obra en la biblioteca (oh, sí, por lo que he leído en lo poco que hace referencia a los estudiantes, seguro que le sorprendería saber que una alumna que no tiene exámenes en septiembre se pasea por media ciudad una calurosa tarde de agosto para ir a por lectura de placer).
Me gustaría aclarar en primer lugar que los razonamientos del señor para indignarse son que le da pereza rellenar las "fichas docentes" con la información referente a la asignatura que le toque impartir. Que, de hecho, la cosa empezó por otra persona. Cito textualmente: "Harto de tanto papelo, un colega aprovechó la ocasión y nos mandó a todos un correo expresando su malestar ante la asfixiante burocracia". Pues bien, tengo una noticia para usted. Los alumnos también tenemos que pasar por los trámites de la burocracia. No una, si no hasta tres o cuatro veces, incluyendo solamente el hecho de matricularse y pedir las distintas becas o Erasmus. Hablaré de mi caso en concreto. 
 Ilustración de Joseba Morales para uno de los editoriales de Ruta 42, en referencia al Plan Bolonia.
Los alumnos también hacemos trámites
La UVa hace los trámites de las matrículas de los alumnos para los que no sea su primer año a través de Internet. Evidentemente, y como se supondrán, el servidor se colapsa durante los primeros días, por los que aquellos que nos urge tenerla hecha para pedir una beca (que no suelen tener los plazos de entrega adaptados a los centros, ya que cada uno tiene el suyo) tenemos que ir en persona a realizar dicho trámite. Lo que podía ser una cómoda transición desde casa, con el ordenador delante y una cerveza al lado se transforma en mañanas de colas, fotocopias y, a veces, aguantar los malos modos de algunos funcionarios. Pero es lo que hay que hacer, más si se necesita la beca para poder seguir cursando nuestros estudios (y en mi caso, igual que el de otros tantos, con más menester si se vive en otra ciudad). ¿Deberíamos, pues, los universitarios, indignarnos por un mero trámite burocratico que hay que realizar? Pues no, ya se encarga la institución de darnos otros mil motivos para ello, pero no este. Es cierto que todos ponemos malas caras ante ello, que da pereza y todo lo que se quiera. Hay que hacerlo y punto.
Lo que realmente le ocurre
Tras la introducción, pasa Gil Villa a dar cuenta del e-mail que envió, en apoyo al otro compañero que se quejaba por unas fichitas de nada. Y ya en la página 12 nos damos cuenta de cuál es el problema real del caballero. Bajo su opinión, ser profesor está mal pagado. Vale, algo con lo que podría en principio estarse de acuerdo, salvo porque ya se encarga él mismo de intentar encontrar argumentos que considera válidos y legítimos, y que a mí solo consiguieron hacerme soltar alguna carcajada. Y, vuelvo a citar: "Seguramente nos encontramos ante el peor momento de la historia moderna de la universidad española; donde más “cara” sale tanto una titularidad como una cátedra". Dado que el escrito va dirigido al resto de funcionariado de la enseñanza, es de suponer que cuando habla del precio de la “titularidad” no está hablando del precio de los créditos de las asignaturas, cada año más elevados, alcanzando números totales de cuatro cifras para pagarse un curso en la universidad pública, sino que solo le preocupa lo suyo. 
Pero aún hay más. Esta es solo una parte de la de barbaridades a las que se atreve mentar, en otra ocasión os seguiré hablando de ello, para no alargar más hoy esta pequeña tortura. A modo de conclusión de este primer apartado, me gustaría decir que la utilización del término "indignado" me parece una forma de buscar la venta rápida, que sin embargo, los lectores encontrarán como poco apropiada, ya que se dirige exclusivamente a sus "colegas". 

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