Revista Cine

Moda y estrellas de cine

Publicado el 06 septiembre 2010 por Truca

Strike a pose. Vogue, vogue, vogue.
Desde los inicios del Séptimo Arte, las estrellas de cine han constituido una de las mayores fuentes de influencia en los cánones de estética y moda. Con ellas aprendimos a vestirnos, a peinarnos, a sonreír, a posar, a fumar... y a enamorarnos de cualquiera de los muchos tipos de belleza exportados durante décadas desde la gran pantalla.
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En la imagen, Audrey Hepburn en la película de Billy Wilder Sabrina, ¿no os recuerda este maravilloso vestido a otro visto no hace mucho?
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Exacto, el vestido de Balmain que Penélope Cruz (la nueva musa de la elegancia y el glamour en Hollywood) lució en la gala de los Oscars hace dos años. Personalmente prefiero este vestido al de Audrey, porque, permítanme la licencia, la única palabra para describirlo es orgásmico.
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Gloria Swanson, con un maravilloso vestido de escote atelier. Ella fue una de las actrices más estilosas, sobre todo, en los años 20.
"Para la década de los 30, ya Hollywood estaba tan profundamente envuelto en la promoción de modas, complementos y cosméticos, que se había convertido en la mayor influencia de estética femenina del mundo. Las fans copiaban los estilos de vestido y maquillaje de sus estrellas favoritas, bien de las fotografías de las revistas, o bien directamente de las películas." (Richard Maltby e Ian Craven, Hollywood Cinema).
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Audrey Hepburn recogiendo su Oscar por Vacaciones en Roma. Este Givenchy, es considerado por muchos el mejor vestido que ha pisado una alfombra roja.
El texto anterior define a la perfección el poder y la influencia que siempre han caracterizado a la meca del cine a la hora de imponer sus cánones de belleza y moda a los espectadores de todo el mundo.
La lista de ejemplos es numerosísima y conocidísima: el peinado de Verónica Lake en los años 40; la moda Bonnie tras el estreno en 1967 de la película Bonnie&Clyde; el corte de pelo a lo garçon de Mia Farrow en La semilla del diablo (1968); y las camisas amplias y chalecos de Diane Keaton en Annie Hall (1976). Los varones también han dejado huella: el estilo de "chico malo" de James Dean en Rebelde sin causa; o Clark Gable, que hizo bajar la venta de camisetas en Estados Unidos cuando mostró su pecho desnudo en Sucedió una noche, y Marlon Brando, que provocó el efecto contrario cuando embutió en una de ellas sus perfectos músculos en Un tranvía llamado deseo.
Esta influencia no deja de ser curiosa si tenemos en cuenta que surgió, en cierta manera, contra corriente. Porque en su inicio, las actrices y actores de cine no tenían "nombre": cuando los primeros productores comenzaron a crear cintas en serie destinadas al consumo masivo, no consideraron necesario incluir en ellas los nombres de los protagonistas. A fin de cuentas, la de actor era una profesión desprestigiada, y los intérpretes de cine, perfectos desconocidos a sueldo de cada estudio a los que, llegado su caso, se podía despedir o sustituir sin problemas.
O eso es lo que creían.
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(Nicole Kidman, de Gucci, recogiendo su Oscar por su interpretación en Las horas)
Los magnates no habían previsto que el público comenzara a fijarse en determinados actores y actrices y a escribirles cartas de admiración, que llegaban a los estudios dirigidas a "el mayordomo con bigote o la chica rubia de pelo rizado" según recordaba William Goldman. "En 1910, la actriz más popular de América era conocida como La chica de la Biograph... la Biograph era la compañía con la que la chica tenía contrato". Pero ese mismo año, Carl Laemmle, dueño de IMP (más tarde Universal) se llevó a esa chica a su estudio con un contrato muy jugoso y se encargó de publicitar su nombre por todo el país: Florence Lawrence, acababa de nacer la primera estrella del cine.
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Sin embargo, la estrategia de Laemmle no habría surtido efecto sin la ayuda de la invención del primer plano , que agigantaba el rostro de los actores hasta convertirlos en una presencia que apabullaba el patio de butacas.
Según explica Roman Gubern: "el primer plano, al magnificar la presencia de los intérpretes, permitió al público reconocer y familiarizarse con los actores y actrices más fotogénicos y atractivos, y no tardó en aparecer un fenómeno de identificación emocional y su consiguiente culto colectivo."
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Primer plano de Marlon Brando (sin palabras...)
Al hablar del atractivo de las estrellas, se tiende a uniformizar como si todos ellos respondieran al mismo arquetipo físico. Algo de eso hubo, pues en la época clásica, los estudios procuraban tener en nómina a todos los posibles registros de un reparto y siempre intentando "clonar" la imagen de la estrella más taquillera en cada campo. Cuando los intérpretes se independizaron y pasaron a estar disponibles para cualquier productora, la personalidad de cada uno comenzó a valorarse más que el estereotipo estético al que pertenecían.
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Claudette Colbert en Cleopatra (1934), espectacular.
Así y todo, la variedad estuvo presente desde el principio, y sin duda alguna, Mae West tiene un lugar destacado, pues irrumpiría personificando como nadie el prototipo de provocadora, con unos guiones y una actitud pública cuidadosamente seleccionados para escandalizar.
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Mae west, con un vestido con transparencias.
Todos los arquetipos y categorías (o estereotipos) han ido conociendo, relevo tras relevo, nuevas caras y formas de actuar, sin que sus principio básicos se hayan alterado excesivamente.
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Montgomery Clift, ¿se puede ser más guapo?
PROTOTIPOS DE BELLEZA MADE IN HOLLYWOOD.
1º La vecina de al lado.
Arquetipo iniciado por Mary Pickford, la llamada novia de américa (la primera, la original, no Julia Roberts), en su día, la estrella más popular de Hollywood. La belleza de sus integrantes se basa en una sencillez que propicia su proximidad con el espectador.
Algunos ejemplos son:
Mary Pickford.
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Audrey Hepburn.
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Jean Arthur
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Ingrid Bergman.
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Carole Lombard.
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Jennifer Aniston.
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En la sección masculina, Montgomery Clift.
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Aunque si vemos las siguientes fotos, bien podríamos pensar que pertenece al prototipo número dos.
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2º El macho.
El atractivo masculino en su vertiente más animal ha sido siempre su carta de presentación desde que Clark Gable empezó a imponerlo. La testosterona exhibida a través del vigor físico y el sudor era característica común, y los papeles de deportistas o aventureros les venían como anillo al dedo.
Clark Gable.
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Steve McQueen.
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John Wayne.
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William Holden.
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Burt Lancaster.
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3º El galán clásico.
Un tipo que no ha sobrevivido hasta nuestros días, salvo quizá, como caricatura. Y es que el bigotito, el pelo engominado y el traje cruzado eran emblemas de una época anclada en el pasado casi desde el principio. Sus representantes eran caballeros de la alta sociedad y de buenas formas, y allí quedaban presos en un encasillamiento de difícil evolución.
Errol Flyn.
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John Gilbert.
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Tyrone Power.
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Gary Cooper.
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4º El galán tradicional.
Presente en todas las épocas del cine, es el arquetipo más firme y al mismo tiempo, más cambiante. El monopolio anglosajón ha ido perdiendo aquí terreno.
Rodolfo Valentino.
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Cary Grant.
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Rock Hudson.
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Paul Newman.
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Robert Taylor.
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5º La bomba sexual. La mujer ardiente.
Erotismo puro y duro, no sólo reconocido sino esplotado por la industria del cine, que intentó potenciar el magnetismo sexual de estas actrices hasta los límites de lo permisible. Solían destacar por algún rasgo físico, como las curvas de Marilyn o la cabellera roja de Rita Hayworth, y frecuentemente interpretaban a mujeres provocadoras , al borde de la moralidad, llegando a eclipsar a sus coprotagonistas masculinos.
La palabra ardiente no tiene por qué significar sexo: es su temperamento fogoso lo que las caracteriza.
Rita Hayworth.
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Ava Gardner.
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Marilyn Monroe.
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Sofía Loren.
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Kim Basinger.
Penélope Cruz.
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6º El "feo" interesante.
Este prototipo se da cuando comenzaron a ocupar primeros papeles actores cuyo físico no se corresponde con el atractivo al uso. Conquistaron la pantalla gracias a unos rasgos muy particulares que les conferían una personalidad única.
Orson Welles.
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James Stewart.
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Robert de Niro.
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Al Pacino.
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Dustin Hoffman.
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Jack Nicholson.
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7º El rebelde.
Su clave es mantener una imagen de inconformista, tanto dentro como fuera de la pantalla. Camisetas sucias, rostros sin afeitar y una permanente actitud antisistema, fueron el arma con los que James Dean o Marlon Brando deslumbraron al público.
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8º La mujer de hielo.
La mujer aparentemente fría, que esconde una sensualidad desaforada tras sus facciones de porcelana; cuanto más enigmática, más fascinaba al público.
Greta Garbo.
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Grace Kelly.
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Catherine Deneuve.
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9º La mujer fatal.
La perdición de los hombres tiene nombre de mujer, pues para ellas los varones no eran más que simples muñecos con los que jugar antes de arrastrarles al suicidio, la cárcel o la ruina... en definitiva, papeles femeninos que de ningún modo puede acabar con final feliz.
Marlene Dietrich.
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Lana Turner.
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10º El canalla.
Con ellos no se está seguro. Eso es lo que les hace tan interesantes. Chulería, sonrisa de medio lado y todos los indicios de un pasado poco recomendable, a años luz de lo políticamente correcto. También podemos llamarlos antihéroes (sobre todo en el caso de Mitchum).
Robert Mitchum.
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Kirk Douglas.
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Pequeño apunte sobre el glamour.
Al igual que la belleza, el galmour no es uniforme, hay distintas clases. Y el cine nos las muestra a la perfección: desde el físico y el estilismo perfectamente estudiado, donde encontramos a Marlene Dietrich, que además, sabía esconder muy bien sus defectos y realzar aún mejor sus virtudes (aquí también podemos incluir a Grace Kelly); pasamos a Greta Garbo, de aspecto lánguido, cansado y andares desgarbados; y Audrey hepburn, que encarna la sencillez, la naturalidad.
Hace poco, determinadas personalidades del mundo de la moda (diseñadores, cool-hanters, estilistas y periodistas) hicieron un ranking sobre la influencia de las famosas en el mundo de la moda: en los años 20, Gloria Swanson; en los 30 y los 40, Marlene Dietrich; en los 50, Audrey, en los 60 Grace Kelly; en los 70 Jaqueline Kennedy (Brigitte Bardot estaría presente en los dos décadas); en los 80 Madonna; y los 90, es la década de las tops (Naomi Campbell, Claudia Shiffer Linda Evangelista, Eva Herzigova, etc.)
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Audrey hepburn dando un paseo en bici con su mascota.
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Grace Kelly el día de su boda, momento en el que pasó a convertirse en princesa.
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Marlene Dietrich, cuando su hija la hizo abuela, la prensa de la época le puso el apelativo de la abuela más glamourosa del mundo. El español Cristóbal Balenciaga dijo que estaba orgullso de ser uno de los modistos favoritos de la actriz.
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Greta Garbo. ¿Qué puedo decir de ella que no haya dicho ya?
Fotos curiosas.
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Audrey Hepburn y Grace Kelly en el backstage de la gala de los Oscars, ¿es posible que haya más glamour en un espacio tan pequeño?
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Marilyn Monroe caracterizada de Marlene Dietrich en la película que la catapultó a la fama El Ángel Azul (1930). Aunque en realidad, el ídolo de la Monroe siempre fue Jean Harlow.
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Jean Harlow.
En la foto de abajo, y para despedirme, os dejo a Bette Davis, Marlon Brando y Grace Kelly en los Oscars de 1954.
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Hasta la próxima entrada corazones.


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