Revista Opinión

Monjas de batalla

Por Beatriz
Hallé el siguiente artículo en un blog llamado "Cartas desde Jerusalén" que describe la hermosa y silenciosa labor de las hijas de la Madre Teresa de Calcuta en el norte de Cisjordania donde tienen una casa para enfermos mentales y niños literalmente en medio del fuego cruzado entre la milicia palestina Hamás y el ejército de Israel, tanto así que les destruyeron una puerta a balazos....  A las  Hermanas de la Caridad nunca las van a ver en un barrio de ricos, no es su carisma fundacional (forma de vida espiritual), el suyo es estar entre "los pobres, los más pobres", entre los más desamparados. Son una luz en medio de tanta tiniebla.  Y como el amor convence y vence, sus temidos vecinos les regalan fruta y patatas en lugar de balas y granadas.
Y nada mejor que el testimonio de un bloguero que no se autodenomina como católico practicante y que tan sólo describe lo que ha podido ver con sus propios ojos, porque como él bien dice "nunca ha sido demasiado monjil" pero lo que vio en estas almas preciosas, lo conmovió... Esto viene a confirmar lo que siempre digo: el problema con el cristianismo es que Jesucristo tiene demasiados malos embajadores, somos malos embajadores suyos -me incluyo-, las Hermanas de la Caridad SI son buenas embajadoras de Jesucristo.
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Monjas de batalla
autor: Pablo
Título: Monjas de Batalla
Hace un par de días escribí, de refilón, sobre una subfamilia de monjas, las de Batalla, y algún correo he recibido sobre el asunto. Así que me prolijo. Monjas son todas, más o menos altas, más o menos guapas, más o menos todo. Vamos, como el resto del común de los mortales. Pero por los hechos las distinguimos. Las hay que se dedican a elaborar dulces, y las hay que tienen más redaños que todos los que leemos estas crónicas juntos. Lo cual no quiere decir que unas sean mejores que otras, quiere decir exactamente lo que está escrito.
Ambas sirven a Dios y a los Hombres, y cada cual encuentra su carisma donde puede o donde le da la gana. De hecho, hay más especialidades en el ramo, sin que lo de los dulces sea excluyente: de clausura y vida contemplativa, de enseñanza, de misión… Pero lo que sí es cierto, y causa asombro, es que la vida de estas Hermanitas de la Caridad las convierte en verdaderas monjas de batalla. Los Boinas Verdes de las monjas. La Joint Task Force de la cristiandad.
Nunca he sido demasiado monjil, siempre he preferido a Jeremy Irons o Robert de Niro haciendo de jesuitas en el Paraná. Pero el que uno, quizá precisamente por carencia, aspire a estos modelos, no te vuelve ciego: esta comunidad de cinco hermanas, cada una de un lado del mundo, cuida de 17 enfermas mentales o minusválidas, y de una decena de niños en las mismas condiciones. Viven -sin internet ni televisión- de la caridad de sus vecinos o de lo que le manda la casa madre, que es igual de pobre que la casa hija. Según aparecemos por su puerta -sin avisar- tenemos en la mano un vaso de agua y otro de zumo, y sin pedirlo nos preparan una comida. Porque al caminante no se le desampara. Y uno se queda con un enorme nudo en la garganta y la sensación de estar quitándoles la comida de la boca. Para rematar la faena, la casa de la que hablamos está en Nablús, en el norte de la Cisjordania, feudo de Fatáh, vivero de Hamas. Estos son sus vecinos, los que les regalan fruta y patatas. El Ejército Israelí luchó desde su tejado contra las milicias de Hamas, mientras la comunidad se escondía en un cuartito. Les volaron una puerta a balazos. Cosas de la guerra. Pero su trabajo no es la guerra, y ellas siguen al pie del cañón (noten, noten el sutil juego de conceptos), atendiendo, como Teresa de Calcuta, al desamparado.
Aunque el desamparado lleve, a sus diez años, una camiseta con la foto de un terrorista barbudo que te encañona (esto es Palestina, aquí tienen estas cosas) y el crío apunte con una mano-pistola, dando vivas a Hamas; ante esto, las monjitas le revuelven el pelo, y con ojos llenos de infinito amor le ponen en la mano-pistola un cochecito de juguete. A priori, estas monjitas de batalla y mi Jeremy Irons son parecidas, pero hay una diferencia importante: estas son de verdad.
Pablo

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