Una más. No hay duda. La veo entrar por la puerta sostenida por su madre, con los ojos cerrados cubiertos por una secreción amarillenta y una tos que huye de su boca. Me acerco, con su permiso levanto con delicadeza la camiseta buscando un exantema por su tronco, acerco mi mano a su piel para poder palparlo y poder sentir cómo arde su cuerpo.
"Debemos priorizar a los niños y adultos que más lo necesitan. En cuanto mejoran los retiramos para beneficio de los que han empeorado. Estamos sufriendo una epidemia silenciosa"
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