Revista Deportes

Mourinho

Publicado el 22 agosto 2011 por Cronicasbarbaras

Hay españoles a los que les gusta José Mourinho. Creen que soporta una campaña de descrédito que no sufren otros como él, porque son más hipócritas, y que sus provocaciones son consecuencia natural del origen proletario y machista del fútbol.

La campaña presenta al entrenador del Madrid como un malvado. Bien. Pero no seamos cursis: es un deporte hecho a patadas, nacido entre rudos obreros industriales que nunca gozaron de la aristocrática sofisticación ritual del tenis o del polo.

Por eso los grandes representantes del fútbol, con pocas excepciones, cuando vivían su gloria fueron agresivos, maleducados, faltones y desagradables. Ejemplos: el mito del Madrid, Di Stéfano, el héroe del Barcelona, Cruyff, o el rijoso Alexander Ferguson, manager del Manchester, al que aun así han hecho Sir.

Lo que pasa con Mourinho se debe a que no llegó del mundo rico, no es holandés o inglés: es portugués, y aquí se mira por encima a los que creemos vecinos pobres, que deben ser sumisos y coitados.

Se les odia más si se muestran, como Mourinho, despectivos con el club de moda, el Barcelona, al que conoció muy bien, y cuyos jugadores afirma que se tiran y retuercen con fingido dolor, le escupen a los contrarios, provocan y son racistas con estudiadísimo disimulo: es decir, hacen igual juego sucio que el Madrid, pero jesuíticamente.

Aparte, está el rechazo a ese Madrid insoportablemente achulado, el mejor equipo mundial del siglo XX según la FIFA, representante de una capital cuyos ciudadanos son antipáticos porque se creen los mejores del mundo mundial, en fútbol y en ideas.

Súmense, pues, a esa arrogancia madrileña la del lusitano, que no es humilde como ordena el complejo de superioridad español sobre los portugueses, y se entenderá la furia que genera este tipo tan endiosado, histriónico, cascarrabias y peleón, es decir, sugestivo.

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SALAS: actualidad internacional.

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