Revista Infancia

Moverse y jugar, un regalo para crecer

Por Babytribu @babytribu

Qué ganas tenía de introducirnos en la motricidad vista desde la mirada de Pikler Lóczy, por ello consulté a una experta en el tema: Patricia de la Torre, ella es profesora de nuestro Curso Online – Introducción a la mirada pedagógica Pikler – Lóczy y esto es lo que me respondió…

Moverse y jugar, un regalo para crecer

Por Patricia de la Torre

“Ellos viven sus desplazamientos como una sucesión de momentos presentes, cada uno de ellos importante por sí mismo, cada uno de ellos digno de una pausa, de un contacto, de admiración…” son estas certeras palabras de Tonucci, como madre de corazón y maestra por vocación siempre tengo presentes en mi día a día.

Observar la riqueza impresa en cada uno de los movimientos puros de un bebé, que como un caracol que se desliza con elogiable lentitud va dejando su rastro, es un auténtico regalo para los sentidos; y nos invita también a reflexionar sobre el desarrollo autónomo como una síntesis de la propia evolución humana.

Los bebés son expertos en motricidad y nos cuentan muchas cosas de sí mismos a través del tono impreso en cada una de sus posturas y movimientos. Ya cuando están en la tripita de su mamá, ¡Tan a gusto en esa cálida esfera de amor! Los bebés vivencian todo un mundo de placenteras sensaciones táctiles y se mueven en una danza pluscuamperfecta.

Se dice que al nacer los bebés traen un pan debajo del brazo y es verdad, nos enamoran a cada instante con la mirada, con sus sonidos, con esa manita que atrapa nuestro dedo y nuestra alma para siempre,…; lo que no les falta tampoco es una buena mochila llena de recursos innatos para ir investigando activamente su entorno a través de un intenso y apetecible jugar en el que exploran una y otra vez en un constante diálogo con su cuerpo y con objetos llenos de encanto como son aquellos de la vida cotidiana (que si un cucharón de madera, que si una enorme caja de cartón,…); ¡Están tan centrados en ese descubrir el mundo y en hacer suya la complejidad de lo sencillo!. Y es en ese jugar a hacer y deshacer, por ensayo y error, tan interesante y lleno de matices que los niños gestionan sus propias acciones y cómo será el resultado de las mismas, van tomando conciencia de su propio aprendizaje y son capaces de aplicar lo que ya saben a otras situaciones. Acoger con mirada cómplice el tiempo de cada niño es esencial en el sano proceso de construcción de sí mismo.

Los adultos vivimos inmersos en una sempiterna prisa que envuelve nuestro día a día, prisas al levantarnos, al ir a la compra,…; prisas que proyectamos en nuestros tesoros más preciados. A buen seguro que en más de una ocasión ha llegado a nuestros oídos eso de “¿…pero y todavía no anda?”. Cada niño tiene sus tiempos. La naturaleza es sabia y cada día una oportunidad para vivenciar con alegría su actividad autónoma, aquella que nace de su iniciativa y mediante la que va autorregulando su voluntad de ser y estar consciente en el mundo. Un juego genuino que brinda la toma de conciencia de su yo, de sus posibilidades pero también de sus límites y de cómo superarlos para convertirlos en puentes de fortaleza para toda la vida.

Hablar del desarrollo de la motricidad autónoma es abogar por el fluir de la esencia de cada niño, respetar sus propios ritmos individuales sin forzar jamás un aprendizaje, sin colocarle nunca en una postura que no ha alcanzado por sí mismo; permitir su  expresión a través de los múltiples lenguajes que trae en su bagaje, compartir su alegría al descubrir el delicado vuelo de una libélula, al lograr por sí mismo dar sus primeros pasos,…

Acompañar la secuencia rítmica de la infancia “hacer, sentir, pensar” es confiar en las posibilidades del niño así como en sus capacidades y habilidades para crecer con cada nuevo desafío; es crear ambientes físicos y emocionales cálidos y seguros en los que moverse en libertad y crecer, en donde los adultos somos guías de un desarrollo armónico y escuchamos con cariño las necesidades, los deseos, las motivaciones de nuestros tesoros.

Comparto una palabras de Emmi Pikler “A lo largo del desarrollo de sus movimientos, el niño aprende no sólo a girarse y a dar vueltas, ir a cuatro patas, levantarse o caminar, sino que también aprende a aprender. Aprender a estar ocupado con algo, o a interesarse por algo, a intentar, experimentar. Aprende a conocer la alegría y la felicidad que significan su éxito, es decir, el resultado de su propia y paciente constancia.”


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