Revista Cultura y Ocio

Mucho diario y mucho pringado - Artículos - Gamberrada literaria

Por Eltiramilla

Existe una ley no escrita dentro del oscuro mundo editorial que dice que todo aquel producto o formato que funciona hay que explotarlo hasta la extenuación y el aborrecimiento. Tras el éxito internacional de El código da Vinci, las librerías se llenaron de códigos, secretos, misterios, enigmas y adivinanzas de pintores, inventores, músicos y escritores. El éxito de Harry Potter motivó que las estanterías se vieran invadidas por mucha y variada literatura juvenil, lo que llenó un vacío clamoroso que calmó el ansia lectora del aficionado y atrajo un buen número de nuevos lectores. Lo que han provocado Crepúsculo y sus vampiros gusiluz todos lo sabemos, y ahora cuesta encontrar una editorial con línea de publicación juvenil que no tenga su ración de vampiritos, lobitos, angelotes o haditas. Algo triunfa y todos se apuntan al carro: la misma editorial para explotar el producto, las demás para intentar rascar lectores. Se exprime, se exprime y se exprime hasta que el producto se agota por sí mismo o se acaba la paciencia del lector, sale otra moda y el círculo de la vida vuelve a empezar.

Mucho diario y mucho pringado - Artículos - Gamberrada literaria
Todo esto viene al hilo de un libro que se publicó en 2008 y que sin mucho ruido ha acabado convirtiéndose en un espectacular éxito tanto de crítica como de público. Cuatro continuaciones y un libro especial. Nos referimos a Diario de Greg: Un pringao total, del americano Jeff Kinney. Esta novela era una refrescante actualización de los temas y motivos de clásicos como El diario secreto de Adrian Mole o El nuevo diario de un joven maniático, pero con la gracia de alternar la narración con abundantes dibujos que acentuaban y continuaban la narración. Diario de Greg es una novela ilustrada (que no novela gráfica como nos dicen por ahí) que cayó en gracia a los lectores por su combinación de dibujos y narración, por la fácil identificación con el protagonista al ser éste un chaval del montón y por un maravilloso sentido del humor que vertebraba toda la novela. De repente, un exitazo.

Tanto la propia editorial como otras vieron en este tipo de novela una gallina de huevos de oro para vender libros. Esto ha provocado que de un tiempo a esta parte nos hayamos visto invadidos por una serie de novelas con exactamente las mismas características que definen las andanzas del antihéroe de Greg: público receptor a partir de 10 años, formato de diario, combinación de narración y dibujos, desventuras en el primer año de instituto, el pardillo friky como protagonista de las novelas, sentido del humor y cubiertas con el mismo formato que el primer diario de Greg.

Así tenemos, de repente, a Nikki, Nate, Sofia, una chica del montón, un pardillo total y un vampiro fracasado: todos escriben sus diarios y los acompañan de dibujos. Las editoriales venden sus nuevas series como “aventuras de pringados, que es lo que se lleva ahora”, mezclando forma con fondo y contenido con continente. De cinco novedades, tres tienen este formato y antes de Sant Jordi se espera la aparición de tres series más. Y uno empieza a bufar… y más cuando nadie ha pedido más series como éstas, ya que el seguidor de Greg quiere seguir… a Greg. Y de lejos se oye afilar los cuchillos para destripar a la gallina.

Quiero dejar una cosa clara. Esto no es una crítica a la calidad de esas novelas (y menos si dentro de ellas está Diario de una chica del montón, de Blanca Álvarez, con ilustraciones de Merçé López; una obra deliciosa, divertidísima y entre lo mejor publicado en el 2010), sino a la explotación que se hace de un mismo formato publicando de todo, lo que sea y como sea hasta la náusea y la extenuación. Hasta que se quema el formato. Hasta que llega un momento en el que se cumple el maldito tópico de que la literatura juvenil es toda igual.


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