Revista Libros

Muerte de una heroína roja

Publicado el 19 noviembre 2010 por Tiburciosamsa
Muerte de una heroína roja

Qiu Xiaolong, el autor de “Muerte de una heroína roja”, señala lo fácil que es construir la arquitectura de una novela policiaca: “En una novela de detectives no tienes que salirte de tu camino para crear la estructura. Ya está ahí: al comienzo un cuerpo muerto, un detective empieza a mirar alrededor, al final un criminal es capturado y se hace justicia.” Por eso, en las novelas policiacas lo que distingue al buen escritor del malo son los detalles. Y en las novelas realmente brillantes, el autor entre investigación e investigación nos ofrece muchas cosas más. Esto último es lo que hace Qiu Xialong.

“Muerte de una heroína roja” está ambientada en el Shanghai de 1990, el año posterior a la matanza de Tiananmen, un momento en el que China está cambiando y, junto a los viejos valores revolucionarios, se va imponiendo la cultura del dinero. Qiu Xiaolong retrata magistralmente ese ambiente de transición y las diferencias que se van creando entre los personajes que se suben al carro del capitalismo incipiente y los que se van quedando atrás.

Así tenemos el contraste entre la vendedora de buñuelos “…con una cocina en miniatura al hombro. Todo lo lleva literalmente en un palo de bambú. En un extremo del palo, una estufa y un caldero con agua hirviendo, y en el otro, un armarito con la masa de los buñuelos, el cerdo triturado, las verduras, los boles, las cucharas y los palillos.” Y el empresario de éxito que monta un restaurante ruso, “un paraíso para el gourmet”, con camareras rusas auténticas y caviar. El contraste entre quienes tienen teléfonos privados y quienes tienen que recurrir a un teléfono público compartido con varias decenas de vecinos. El contraste de aquéllos para los que comprar un par de cangrejos es un lujo casi inalcanzable y el hombre de negocios que puede permitirse una batalla de tigre-dragón, es decir, una bandeja surtida de carnes de serpiente y de gato (en otras latitudes hay gente que pagaría fortunas para NO tener que comérsela). El contraste entre quienes viajan apelotonados en autobuses decrépitos y quienes conducen un Lexus.

En varios lugares de la novela, al mencionar cómo hacer dinero se va convirtiendo en el valor supremo y los viejos ideales van desapareciendo, se repite el mantra “son los 90”; si el escritor fuera español, ahí habría añadido: “y si no te gustan, te jodes.” El eslogan de los 70 “Mirad al futuro” se ha convertido en “Mirad al dinero”. En chino basta con cambiar uno de los caracteres para que el eslogan cambie, aunque se siga pronunciando igual. Una profesora jubilada de literatura comparada comenta en la novela: “… el departamento prácticamente ha desaparecido (…) Nadie quiere estudiar el tema en el mercado actual (…) Esperaba que [mi hija] también estudiase literatura, pero después de graduarse del instituto, se puso a trabajar en el Hotel Shanghai Sheldon. Desde el mismo comienzo ganaba tres veces mi salario (…) Ha oído el dicho “Cuanto más pobre es un doctor, más idiota es el professor.” Yo he sido ambos. Así que se entiende que escogiera otro camino.” Por cierto, esa hija tan prometedora luego reconvierte su carrera a la más lucrativa de puta. Son los 90.

Más dramático es el destino de Guan Hongying, la heroína roja de la novela, la aparición de cuyo cadáver arranca la novela. Guan había hecho de los valores revolucionarios su escalera para el ascenso social y les había entregado toda su energía: “Quizás no tenía tiempo [para una vida privada, se refiere el personaje que piensa en ella]. Ocho horas al día, seis días por semana, tenía que estar ocupada respondiendo a las expectativas puestas en ella. Tenía que asistir a numerosas reuniones y hacer todas las presentaciones en las conferencias del Partido, además de las muchas horas que echaba en los grandes almacenes [donde trabajaba].” Apenas cumplidos los 30, Guan se da cuenta de que los valores que ella encarna cada vez cuentan menos, que corre el peligro de convertirse en una pieza de museo. Uno de los personajes reflexiona sobre lo que Guan debió de haber pensado: “… debía haber sido consciente de que su encanto se estaba marchitando. El mito de la trabajadora modelo, aunque todavía honrado en los periódicos del Partido, ahora atraía a pocos. Los intelectuales conseguían la atención de los medios de comunicación. Los hombres de negocios conseguían dinero. Los que pasaban el examen del TOEFL conseguían pasaportes. Los hijos de los altos cargos conseguían puestos. Un trabajador modelo cada vez conseguía menos. No podía enfrentarse a los tiempos y a la marea, Guan lo sabía. De la manera que iban las cosas, ser un trabajador modelo se convertiría en un chiste.” Su intento de cambiar su destino y optar por una nueva vía acabará produciendo su muerte.

La experiencia de los chinos de aquellos años con los cambios sociales la han vivido muchas otras sociedades. Lo que otras sociedades tal vez no hayan vivido es la omnipresencia de la política.

La política marca la vida y las posibilidades de cada personaje. “No era sino por consideraciones políticas que Chen [el inspector protagonista de la novela] había sido ascendido a causa de su educación. En los 60, cuanta más educación tenía uno, más peligro político comportaba- según la lógica del Presidente Mao- ya que estaba más expuesto a las ideas e ideologías occidentales. Amediados de los 80, bajo el liderazgo del Camarada Deng, las políticas de selección de cuadros del Partido habían cambiado.” Chen entra en la policía gracias a su educación y conocimientos de inglés, después de haber sido rechazada su solicitud de ingreso en el Ministerio de Asuntos Exteriores al descubrirse que uno de sus tíos había sido ejecutado en los 50 por contrarrevolucionario. Un tío al que nunca conoció determina su futuro profesional.

Un hito esencial en la vida de cada uno de los personajes es la Revolución Cultural. Sólo un camboyano que hubiera vivido la etapa de los Khmeres Rojos y poca gente más puede entender cómo esa locura afectó a la vida de tanta gente. Está la hija de familia culta que se casa con un campesino de la aldea remota a la que la enviaron para sobrevivir; el hombre que se casa con la compañera accidental de infortunio que le tocó; el que pasó varios años trabajando de sol a sol en los campos sin salario… Este tema daría para varias entradas.

No es solo que la política haya influído sobre la trayectoria vital de los personajes. Es que la política lo invade todo. El Inspector Chen descubre, a su pesar, que lo que tiene entre las manos no es un simple asesinato, sino un potencial caso político. Otro de los personajes dice: “Es un caso de la máxima importancia política (…) debemos comprender que la Camarada Guan pudo haber sido asesinada por motivos políticos. Era un modelo bien conocido para todo el país- su muerte trágica es una pérdida significativa para el Partido y un golpe simbólico para la seguridad pública de nuestra sociedad socialista.(…) Además, la manera en que fue brutalmente asesinada podría dañar la imagen pura de nuestro gran Partido.” Varias veces en la novela se repite la frase: “Todo es política” y el Inspector Chen comprenderá al final que lo principal en este caso no es desenmascarar al culpable y hacer justicia, sino defender los intereses del Partido.

No es posible tener una buena novela policiaca sin un detective notable. Los escritores menos imaginativos hacen un remedo del Sam Spade de Dashiell Hammett. Una alternativa para dichos escritores poco imaginativos, si se lo quieren currar un poco más, es presentar a un investigador desastrado tipo Colombo como hizo Shamini Flint con su Inspector Singh. Qiu Xiaolong da un paso más y nos presenta a un inspector que también es poeta o que es poeta antes que inspector. Uno sospecha que Qiu utiliza esta afición de su personaje para dar rienda suelta a sus aficiones poéticas (Qiu Xiaolong es un apasionado de la poesía, especialmente de la de T.S. Eliot). Sabe que nadie le compraría un libro de poesía, pero una novela policiaca es otra historia.

Para los que amen la poesía china, las reflexiones poéticas del Inspector Chen son un regalo añadido a una novela policiaca que ya de por sí es buena. Para el lector habitual de novelas policiacas son una cursilada y una pérdida de tiempo que lo distrae de lo fundamental: ¿quién lo hizo?

Qiu Xiaolong me ha parecido un escritor notable, con mucha maestría. Entre otras cosas consigue escribir una de las escenas que me parecen más difíciles en una narración: crear una máxima tensión erótica entre un hombre y una mujer y hacer que al final no pase nada, de una manera creíble. Lo comparo con la película “Vicky Cristina Barcelona”, de Woody Allen y la diferencia es notable. Woody Allen se encuentra con Javier Bardem y Rebecca Hall que están solos en el apartamento de Bardem. La situación se está poniendo caliente. A Rebecca Bardem le pone, pero el recuerdo de su novio, del que realmente no está enamorada, la inhibe. Es la típica escena jodida para un narrador, porque necesita mucha sutileza para llevar a los personajes hasta el punto de y luego hacer que no suceda nada. Woody Allen recurrió a un truco facilón: Penélope Cruz aparece enloquecida y con una pistola, cortando el rollo. Adiós sutileza. Qiu Xiaolong monta una escena parecida, pero la cierra con brillantez, sin fuegos de artificio ni mujeres enloquecidas con pistolas.

En fin, por si no hubiera quedado claro, me ha gustado y la recomiendo.


Volver a la Portada de Logo Paperblog