El liderazgo es un factor importante para que
el recurso humano pueda enfrentar los grandes retos y demandas a los cuales se
ven sometidas las organizaciones como resultado de la nueva economía global.
En este marco, un aspecto
relevante es la participación de la mujer en posiciones de autoridad y su
aporte al desarrollo de la empresa. En general, las posiciones empresariales y
ejecutivas enfrentan grandes retos, que en el caso de la mujer se acentúan
debido a los estereotipos que privan en diversos ámbitos de la actividad
económica, por lo que cada vez más se necesitan respuestas a estos desafíos,
pues solamente asumiendo una actitud positiva con visión de reducir la brecha
de género, se llegará al punto en donde el liderazgo en manos de una mujer sea
visto como un elemento importante que las empresas deben aprovechar para el
logro de sus metas.
Si consideramos que en el
mundo hay alrededor de 3 mil 500 millones de mujeres-equivalentes al 50% de la
población mundial-de las cuales mil millones trabajan con un ingreso promedio 17%
menor al de sus pares masculinos, es necesario que repensemos el papel de este
sector de la población global al encontrarnos en una era en la que el talento
humano es clave para el éxito de todas las organizaciones. Por esto, es
necesario redefinir cómo podemos aprovechar el talento femenino en posiciones
de liderazgo, lo que en muchos casos implicará reajustar la dinámica de los
negocios.
El liderazgo femenino
suele ser colaborativo, con características básicas como la preservación y
fomento al desarrollo del recurso humano- en sintonía con Human Age, era
identificada por ManpowerGroup-, con un trato que combina la sensibilidad ante
ciertas problemáticas con persuasión y disciplina, logrando generar un entorno
que favorece el desempeño individual y colectivo dentro de la organización.
La participación de la
mujer en la fuerza de trabajo asume hoy en día un aspecto estratégico para las
organizaciones, no sólo como reserva para cerrar la brecha entre oferta y
demanda de talento, sino como fuente de habilidades y actitudes de gran valor
para mejorar su competitividad, para lo cual es necesario instrumentar, con
mentalidad abierta, un cambio en la estructura bajo la que operan las empresas.
El reto de las
organizaciones es diseñar estrategias destinadas a la creación de condiciones laborales
con visión de género sin perder el foco de los negocios, en las que se fomente
la persecución de los objetivos profesionales con igual acceso a beneficios,
responsabilidades y oportunidades de crecimiento para todos los colaboradores y
en donde exista la flexibilidad que les permita hacerse cargo de las necesidades
personales cuando así lo requieran, para lo cual el acceso a la tecnología es
crucial.
Y más aún, la idea de la
figura femenina como líder empresarial exige en todos una reflexión de equidad
en la que se privilegien las habilidades y talentos del individuo para tomar
las riendas de cualquier organización. La inclusión laboral femenina a todos
los niveles es un tema de hombres y mujeres, en el que más allá del género, son
las habilidades y competencias las que habilitan a cualquier individuo para ser
competitivo en un entorno global cada vez más demandante.
Revista Cultura y Ocio
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