Mujeres abandonadas a su suerte

Cuando miles de mujeres en todo el mundo comenzaron a cortarse el pelo en redes sociales, como protesta por la muerte de una joven, detenida por la policía moral iraní por supuestamente llevar de forma indebida su hijab, surgieron voces críticas que advertían de que la conversión de este acto en un símbolo fuera de su contexto y sometido a las tiranías de las redes sociales y el marketing, podía desvirtuar su verdadero sentido y sumergir en el olvido la violencia que se está ejerciendo sobre las mujeres de Irán. La realidad parece ir dándoles la razón. Poco queda ya de la solidaridad global con quienes sufrían un goteo de injusticias sociales y de vulneraciones de sus derechos humanos. Frente al silencio internacional, el gobierno iraní continúa con su ristra de prohibiciones, para que las mujeres no estudien, para que no tengan acceso a la cultura, para colocarles un velo sobre el cuerpo y el alma.

¿Dónde quedaron los absurdos vídeos en los que algunas supuestas influyentes se cortaban las puntitas como gesto de solidaridad? ¿O los grandilocuentes discursos de autoridades e intelectuales cargados de indignación y llamadas a la acción? ¿O los mensajes de artistas, actrices, escritoras de todo el planeta? Deben haber sido barridos, como los mechones en las peluquerías, para botarlos a la basura, junto a las libertades de las mujeres iraníes que no pueden ahora entrar en museos o tiendas sin usar el velo.