Revista Cultura y Ocio

"Mujeres" de Charles Bukowski

Publicado el 10 noviembre 2010 por Carol

 Bukowski se pasea por los Jardines de Ferraz
Charles Bukowski no tiene un punto medio, o le odias o le amas. Éste "escritor maldito," asociado erróneamente por muchos a la Generación Beat (encabezada por Kerouac y Burroughs), al mantener una actitud ante la vida parecida, desata filias y fobias a partes iguales. Gran parte de culpa de que suceda ésto la tiene su estilo directo y ácido, punzante y sin morderse la lengua. Bukowski habla de sexo sin tapujos, de alcohol y de su sentido pragmático y cínico de la vida, que llega al punto del egoísmo y el egocentrismo más extremos en la mayoría de los casos, sin que le importe lo más mínimo lo que puedan pensar de él.  En "Mujeres" (1979), a través de su alter ego Henry Chinaski, un escritor cincuentón con un creciente éxito, "viejo verde e indecente" (tal y como lo describen sus conquistas, todas ellas mucho más jóvenes que él), alcohólico y que tan sólo se dedica a acudir a distintos puntos de EE.UU. para recitar sus poemas, nos muestra sus relaciones con las mujeres. Chinaski tiene a todas las que quiere, se le ofrecen continuamente en los recitales de poesía, le escriben cartas, le telefonean y se presentan en su casa, y él aprovecha la situación, sumergiéndose en una vida de alcoholismo y sexo desenfrenado. Con éste libro Bukowski rompe y aviva a la vez su  mito de misógino y machista. Por un lado hay escenas de lo mas crudas, en las que su comportamiento con "sus" mujeres deja bastante que desear, y por otro, protagoniza momentos de una gran ternura y nos muestra al Bukowski más sensible, esclavo de unas relaciones en la mayor parte de las veces dependientes y negativas, abocadas al fracaso. 
"Había algo que no marchaba bien en mí: tenía una verdadera obsesión sexual. Me imaginaba estando en la cama con casa mujer que veía. Era una interesante manera de pasar el tiempo de espera en un aeropuerto. Mujeres: me gustaban los colores de sus ropas, su manera de andar, la crueldad de algunos rostros, de vez en cuando la belleza casi pura de una cara, total y encantadoramente femenina. Estaban por encima de nosotros, planeaban mejor y se organizaban mejor. Mientras los hombres veían el fútbol o bebían cerveza o jugaban a los bolos, ellas, las mujeres, pensaban en nosotros, concentrándose, estudiando, decidiendo, si aceptarnos, descartarnos., cambiarnos, matarnos o simplemente abandonarnos. Al final no importaba, hicieran lo que hicieran, acabábamos locos y solos."
En todo éste periplo de borracheras y noches de sexo se esconde un profundo deseo por encontrar el amor, aunque sea de manera efímera, algo que no es capaz de lograr. Como siempre, el estilo de Bukowski es directo y sencillo, muy cercano al lenguaje de la calle, y en el que abundan los diálogos. Aún así, se me ha hecho un poco dura la lectura. Tanta aventura sexual (con todo lujo de  detalles), tanta sucesión de mujeres, puede llegar a saturar. Llega un punto en que no sabes distinguir a unas de otras, un efecto que bien podría haber sido buscado intencionadamente por el autor, como le sucede al propio Chinaski, ya no podemos distinguirlas. Eso sí, como sucede siempre en sus novelas, el sentido del humor es esencial, es imposible no reírse con las situaciones que nos presenta. Si tuviera que recomendar  algún libro de Bukowski, especialmente para aquellos que no hayan leído ninguna de sus novelas, me quedaría con La senda del perdedor, mucho más divertida y menos monótona que ésta. De todos modos, a Bukowski hay que leerlo, aunque sólo sea para descubrir si somos del bando de los que le amamos o de los que le odian.
** Y con éste libro completo por fin el Reto 2010, y ya era hora, casi no llego, y todo por mi maldita manía de ponerme las cosas más difíciles, me reté a mí misma a no usar ni un sólo comodín, y aunque lo he conseguido, como digo ha sido por los pelos, el próximo año lo haré normal para no ir con agobios.

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