Revista Cultura y Ocio

El Despertar del Sol Naciente

Por Miguelo87

El Japón que hoy conocemos com la tercera potencia económica del mundo y devastada por "Cuatro Jinetes apocalípticos" (terremoto, tsunami, accidente nuclear, crisis económica), hasta mediados del siglo XIX no era ni la mitad de lo que hoy. Seguía viviendo en su forma tradicional e incluso con un régimen económico prácticamente feudal.

El Despertar del Sol Naciente


Antes de empezar quiero aclarar que Japón (en japonés: 日本, Nippon o Nihon) es un archipiélago con una aparente monarquía que data desde la época mitológica. Digo aparente monarquía, porque no es un sistema político tal y como se entiende en Europa, donde el monarca es el jefe del gobierno; el Emperador del Japón es más bien un sumo sacerdote que simboliza la unidad nacional japonesa, ya que es descendiente de Amateratsu, diosa del sol, y Japón significa en japonés "el origen del sol", tal y como lo conocemos "el país del sol naciente". El poder político lo sustentaba no el Emperador (天皇, tenno), ni sus ministros, sino el shogun (将軍: comandante del ejército), a quien el mismo emperador había delegado su autoridad para gobernar en su nombre.
Ahora bien, a principios del siglo XVII el shogun Tokugawa Ieyasu (徳川 家康) cortó relaciones con Europa, de la misma forma que China y Corea, y así evitar que pasara en Oriente lo que en América; lo que le valió a Japón un aislamiento del mundo, y un retraso en relación a sus adelantos e innovaciones. De ahí, llegamos a mediados del siglo XIX, y poco o nada a cambiado el país, cuando una flota norteamericana al mando del comodoro Matthew C. Perry llegó al puerto de Shimoda en 1853. Perry inicialmente se rehusó a acordar con los oficiales japoneses y demandó hablar con el Emperador Japonés. En ese momento, el shogun era Tokugawa Ieyoshi; y ya que para el Emperador, interactuar con alguien y menos con un extranjero era imposible, Perry tuvo que cerrar el tratado con representantes del shogun y no con el Emperador. Al reconocerse inferiores militar y tecnológicamente, los japoneses cedieron a las presiones norteamericanas, y así se firmó el Tratado de Kanagawa, el 31 de marzo de 1854, con el que acababa el aislamiento japonés.

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Fuera de que la apertura comercial japonesa significara una constante de invasiones extranjeras, y que contradijera las vida cultural interna, mas bien el país salió favorecido, pues la añeja sociedad feudal se desmembró, iniciando una nueva era. El Tratado de Kanagawa inició una revolución no social, sino aristocrática que veía evidente la necesidad de un cambio en Japón. En 1867, los revolucionarios nipones habían logrado importantes victorias y el emperador, quien había delegado su poder al shogunato, ordenó disolverlo, así como la eliminación de los privilegios a los samurais.

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Se dió gran impulso a la minería, através del cobre, hierro y carbón, y a la agricultura. Para no depender de los extranjeros, se impulsó la educación y los jóvenes fueron enviados a escuelas europeas con el fin de regresar a su país y modernizarlo en todos los aspectos. Para fines del siglo XIX ya habían sido construidas varias líneas ferroviarias e instalado importantes industrias. Y aunque seguía comerciando con Europa y EUA, la influencia extranjera solo penetró en ciertos ámbitos; por ejemplo, las clases altas preferían el uso de prendas e indumentarias occidentales. El mismo emperador y la familia real se retrataban en fotografía o en pintura tradicional con traje militar y modas europeas distinguidas. Pero en otros, la cultura japonesa permaneció intacta, la religión, las tradiciones y costumbres japonesas no sucumbieron, sino que se mantuvieron.

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Por esa razón y para demostrar al mundo su poder, Japón se lanzó a la competencia decimonónica del Imperialismo, y se expandió por el Extremo Oriente e islas del Pacífico oriental. En 1895 invadió China y se apoderó de la isla de Formosa (hoy Taiwán), en 1904 entró en guerra con el Imperio ruso por los territorios de Manchuria y Corea, de la que salió victorioso, y en 1910 se anexó la penísula de Corea. Japón se perfiló entonces como una potencia económica y militar en el Extremo Oriente.

A fines de 1867, ascendió al trono el emperador Meiji (明治天皇), quien por haber disuelto el shogunato, asumió el poder político en Japón y cambió la capital imperial de Kioto o Tokio, iniciando así la Era Meiji conocido en japonés como 明治時代 o Era de la reglas, es decir, los 45 años de reinado de este emperador y que también es conocido como el Despertar japonés. En esos 45 años Japón pasó de ser un reinucho del Extremo Oriente a una potencia indiscutible de Asia, lo que crearía los cimientos para el Japón moderno, un país de primer mundo, admirado y respetado por propios y extraños.

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Por  ネレイダ ハコボ レイエス
publicado el 19 agosto a las 23:12

Esta bien pero no tenian porque hablarle con esa forma algo despectiva...al antiguo Japón.