Narciso y su terraza, la opción gourmet casual de Almagro

Entrar a un clásico café europeo de finales del XIX, de esos que abarrotan Viena o París y que tan apetecibles se muestran a quien pasea por la calle. Es la sensación que tendréis al cruzar la puerta de Narciso, en plena calle Almagro, o al instalaros en su pequeña terraza climatizada con vistas al señorío arquitectónico que la rodea.

El último proyecto del colombiano Mario Valles, artífice de Hortensio, uno de los grandes restaurantes capitalinos de los últimos tiempos, se cuela en este blog porque rompe, en cierta manera, con la formalidad (y con el precio) que caracteriza a su primer negocio, que reposa en la cocina de base más clásica, afrancesada y refinada, con algunos apuntes contemporáneos recogidos de aquí y de los orígenes del chef.

Valles no resta elegancia a Narciso, desde luego que no. Pero frente a la sofisticada sobriedad de Hortensio, aquí encontraréis ese exquisito aire de “brasserie” más profusamente decorada, con piezas de anticuario, acertados espejos, maravillosas lámparas, retratos y objetos traídos de “marchés” franceses y españoles para la ocasión.

Las mesitas cuadradas se visten de blanco y cuadros azules. Sobre ellas desfilan recetas sencillas pero bien elaboradas, por lo general sin grandes sorpresas en cuanto a rabiosa originalidad de los platos (cosa que se agradece) en los que brilla el excelente producto. La carta respira también ese aire de bistró, a mediodía y en las noches, en sala y en terraza, y comienza con entrantes, buenas ensaladas (la de perdiz escabechada es riquísima), “moules” al curry o unas croquetas de jamón; pescados entre los que se cuentan una sorprendente (esto sí) carbonara no de pasta, si no de calamares o un arroz negro con chopitos y habitas; carnes como el tartar de solomillo o una impresionante pintada en pepitoria (un guiño a los buenos platos de caza que suele servir Hortensio); y postres caseros entre los que no puede faltar el “pie” de limón.

También a modo bistró, Narciso abre desde el desayuno (en torno a 7 euros) con varias opciones en las que no falta la fina bollería casera, los churros, las porras y también la tortilla de patatas. Entre horas se puede visitar para tomar un buen cóctel, por ejemplo, acompañado de alguna opción de su menú de picoteo, siempre disponible.

Si aprovecháis el verano para visitarlo, su zona exterior es, asimismo, una delicia para estas largas noches que se nos vienen. Como todo, exquisito.

Almagro, 32

Precio medio: 35-40 euros

Tlfn. 917 379 737