Nazis

La directora de la revista satírica fue agredida por publicar la portada que ilustra nuestra entrada de hoy, dando lugar a toda suerte de críticas y comentarios en Tweeter y en otras redes sociales, así como en la prensa digital y escrita.

Desde este humilde espacio, nuestra condena a la agresión sufrida por la periodista, entendemos que ante todo, debe primar la libertad de expresión.

Y, desde la misma libertad de expresión, la crítica a la portada de referencia. Efectivamente, como se recoge encima de “plaga de nazis”, crece la ultraderecha en Europa, término por el que se conoce a partidos políticos con propuestas más radicales sobre temas que preocupan a una parte de la población, pero que en todo caso, constituyen formaciones que se enmarcan dentro de la más estricta legalidad. Salvo exaltados excepcionales, que no pertenecen a organización alguna, no son portadores de “esvásticas” o armas de ningún tipo. No se puede, por lo tanto, calificar de nazis a los votantes, por ejemplo, de Marie Le Pen en Francia, con quien no comulgo ideológicamente. Pero ni a ella, ni a sus simpatizantes, ni a ese espectro de sujetos más allá de este límite y con sus pies muchas veces fuera de la ley, se les puede desear que contraingan un cáncer. ¿Se imaginan ustedes una portada que rezase “plaga de rojos” con una leyenda que desease a todos ellos contraer tan terrible enfermedad?. Serían inimaginables las críticas, condenas, avalancha de comentarios en las redes sociales contra los autores de semejante escándalo, a quienes no se consideraría merecedores de compartir con el resto de seres humanos, la sociedad en que vivimos. Pero dicho al revés, desde esa superioridad moral que tiene siempre el progresismo militante, no pasa nada por calificar de nazi a la ultraderecha ni por desear el cáncer a unos y a otros. Con un par.