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Necesitamos éxtasis y opioides en lugar de los antidepresivos y ansiolíticos

Por Davidsaparicio @Psyciencia
Necesitamos éxtasis y opioides en lugar de los antidepresivos y ansiolíticosImagen: Shutterstock

¿Qué pueden hacer los médicos para aliviar el dolor emocional? Los doctores del antiguo tiempo medieval encontraron muchas plantas y sustancias derivadas de plantas (drogas) que calmaban enfermedades mentales y físicas. Raramente dibujaban una línea entre los beneficios psicológicos y fisiológicos de sus remedios. La medicina moderna ha confirmado la superposición entre las enfermedades corporales y mentales a través de investigaciones cuidadosas y, sin embargo, el tratamiento de problemas psicológicos está muy atrasado en relación a una cascada de increíbles avances en el tratamiento de enfermedades físicas – avances que han duplicado la esperanza de vida del humano y mejorado su calidad de vida inconmensurablemente.

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No es que las ciencias médicas hayan ignorado completamente los problemas psicológicos. En los Estados Unidos, las “amas de casa ansiosas” de 1950 y 1960 eran manejadas con Valium y Lirium (los pequeños “ayudantes” de las madres). Para aquellos que presentaban trastornos más serios se desarrollaron antipsicóticos y antidepresivos poderosos. Pero estas medicinas tenían efectos secundarios significativos: aplanamiento emocional, somnolencia y limitaciones físicas. Actualmente, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRSs) como el Prozac y el Zoloft han llegado a ser como una bala de plata para el tratamiento de la depresión y la ansiedad. Los ISRSs son las drogas que se prescriben con más frecuencia para norteamericanos de entre 18 y 44 años, a un ritmo cuatro veces mayor que hace 25 años atrás, mientras que su uso se ha duplicado en el Reino Unido en la última década. Hemos apostado mucho en estos químicos.

Sin embargo, un gran número de estudios bien controlados, y las investigaciones metaanalíticas que los ponen en perspectiva, encuentran que los ISRSs (comparados con los placebos) tienen poco o ningún beneficio para las personas con niveles medios a moderados de depresión. Su utilidad para la depresión severa es aún debatida, con muchos estudios que muestran mejoras pequeñas o nulas; y el impacto definitivo en trastornos de ansiedad todavía no se ha demostrado. Los ISRSs tampoco están libres de efectos secundarios serios, incluyendo disfunción sexual, aumento de peso rápido y, más problemático aún, ideación suicida, especialmente en pacientes jóvenes. Los ISRSs no han cumplido sus promesas.

Los ISRSs son las drogas que se prescriben con más frecuencia para norteamericanos de entre 18 y 44 años, a un ritmo cuatro veces mayor que hace 25 años atrás

La pregunta es si hay drogas que pueden aliviar problemas psicológicos o emocionales efectiva y confiablemente, sin efectos secundarios debilitantes. Históricamente, los humanos se han apoyado en una panoplia de drogas para remediar preocupaciones emocionales. Nuestros ancestros de la era Victoriana usaban opioides (por ejemplo, láudano) para minimizar la ansiedad, la melancolía y los problemas de sueño. Los opioides siguen siendo conocidos como la defensa más efectiva contra el dolor – y tal vez la ansiedad, en situaciones limitadas (por ejemplo, una colonoscopia de rutina). Los pueblos originarios de América del Sur han reforzado por mucho tiempo la duración de su salud mental y física con hojas de coca; y los europeos de principios del siglo XX (como Sigmund Freud) usaron su derivado, cocaína, para agudizar su ingenio. La autoactualización, presumiblemente una bendición general para la salud mental, ha sido mejorada con psicodélicos naturales (por ejemplo, peyote, ayahuasca) en las Américas por al menos 1000 años. Y la juventud de tiempos más recientes (re)descubrió el valor del cannabis para extender sus horizontes estéticos, sociales e incluso intelectuales.

Pero estas drogas están prohibidas casi universalmente. Usarlos como correctivos para preocupaciones psicológicas en un anatema para la medicina occidental y para gran parte de la sociedad. Son para drogarse, no para mejorar y su uso es repudiado y castigado.

La narrativa aceptada es que las drogas utilizadas para propósitos ‘recreacionales’ son peligrosas: su consecuencia más seria (si no te matan primero) es la adicción. De acuerdo con la Asociación Médica Americana, el Instituto Nacional de Salud (EEUU) y otras autoridades, los cambios cerebrales causados por el uso actual de drogas ilegales se han vuelto permanentes en el cableado del cerebro. Los adictos se vuelven disfuncionales en sus relaciones, ciegos a las realidades e incapaces de controlar impulsos – razón suficiente para retener las drogas recreacionales, no solo de las prescripciones médicas sino también de investigadores que podrían estudiarlas más profundamente.

El argumento suena franco. Pero la adicción no es un tema simple. Para comenzar, los cambios cerebrales asociados con la adicción son observados cada vez que las personas persiguien repetidamente metas altamente atractivas en los deportes, religión, negocios, política, amor romántico, ¡e incluso al comprar! En segundo lugar, la adicción no es ni automática ni crónica. No más del 10% de aquellos que consumen opioides para el dolor se hacen adictos (es menos de 1% para aquellos sin historial de dependencia a alguna droga). Y de aquellos que se hacen adictos, cerca de la mitad lo deja luego de 4 o 5 años y casi todos lo dejan eventualmente. Los adictos a la cocaína la dejan, en promedio, seis años luego de empezar. Contrario a la opinión pública, la mayoría de las personas identificadas como dependientes a las drogas, y muchos otros, lo hacen sin tratamiento formal.

los cambios cerebrales asociados con la adicción son observados cada vez que las personas persiguien repetidamente metas altamente atractivas en los deportes, religión, negocios, política, amor romántico, ¡e incluso al comprar!

Veamos más de cerca la respuesta de la sociedad al problema de la adicción. Los médicos no tardan en prescribir analgésicos (tanto opioides como de otro tipo), metilfenidato (Ritalin), tranquilizantes y antidepresivos, incluso cuando se sabe que todos ellos son adictivos. Los ISRSs y ansiolíticos son muy difíciles de dejar debido a los síntomas de abstinencia. Así que la adicción se considera un riesgo aceptable en medicina. Para la sociedad en general, la adicción no es lo suficientemente problemática como para prohibir el alcohol o el tabaco, incluso aunque la duración promedio de la dependencia al alcohol es de 16 años y solo la mitad de las personas con dependencia al tabaco lo dejan en 30 años. (Estas mucho mejor siendo adicto a la cocaína o marihuana).

Tal vez la revelación más asombrosa de los estudios sobre adicción es que ésta no se trata de drogas. Muchas personas desarrollan relaciones consumidoras con actividades, identidades e incluso personas. Las apuestas son consideradas un problema más serio que el consumo de sustancias en la mayor parte del Reino Unido y Australia. La adicción al sexo, el uso compulsivo de internet, la adicción a los juegos y varios trastornos alimenticios son respuestas comunes a la frustración, soledad y  el malestar existencial sufrido en la vida contemporánea. La adicción es parte de ser humano. Sin embargo, cuando se trata del uso de drogas, la adicción es vilipendiada y aquellos definidos como adictos son estigmatizados, excluidos o encarcelados.

Una vez que pasamos los mitos sobre las adicciones, nuestra capacidad para medicar problemas emocionales se ve notablemente diferente. Hay lugares obvios para empezar. La psilocibina, un ingrediente activo en los hongos mágicos, no es ni tóxico (en cualquier dosis), ni adictivo. Para aquellos con Trastorno Obsesivo Compulsivo, la psilocibina ha demostrado que puede reducir sus síntomas significativamente. Estudios han catalogado el alivio de ansiedad, alcoholismo y depresión con psilocibina. Pero los médicos no pueden prescribirla.

cuando se trata del uso de drogas, la adicción es vilipendiada y aquellos definidos como adictos son estigmatizados, excluidos o encarcelados

Tratamientos actuales para el Trastorno por Estrés Postraumático involucran revivir el evento traumático y re-experimentar el miedo que suscita. Pero el éxtasis (MDMA) reduce la respuesta de la amígdala a las amenazas, minimizando por ende el impacto de revivir la experiencia. La ketamina, una bien conocida ‘droga de fiesta’, ha mostrado que alivia la depresión con una administración confiable y segura (aunque por tiempo limitado), y sin embargo las investigaciones sobre su eficacia clínica son muy lentas debido a obstáculos legales.

En vez de preocuparnos tanto por las adicciones, que tienden a corregirse cuando la vida se hace tolerable, tal vez deberíamos preocuparnos más sobre las fuentes de sufrimiento emocional. La depresión no solo duele, también mata. La ansiedad lleva a las personas a un aislamiento intratable y fertiliza enfermedades relacionadas al estrés. Pero la idea de prescribir opioides, cocaína, ketamina, éxtasis y otras drogas ilegales para ayudar a las personas a sentirse ‘mejor’, actualmente es herético. Nos preocupa que la gente pueda sentirse demasiado bien? Preferimos quedarnos con antidepresivos de mínimo impacto terapéutico, no porque impiden las adicciones – no lo hacen – sino por una aversión puritana a suministrar felicidad no ganada y, con ella, una creencia profundamente arraigada de que las personas que sufren emocionalmente deberían simplemente superarlo.

deberíamos preocuparnos más sobre las fuentes de sufrimiento emocional. La depresión no solo duele, también mata

La adicción es una cuestión secundaria. El sufrimiento emocional es el verdadero problema y es complicado. En el mundo de hoy, las presiones de llenar las expectativas de éxito llevan a la ansiedad, una sensación de fracaso, culpa y depresión. La desigualdad hace que las personas se sientan inferiores, envidiosas y a veces desesperadas. La depresión y ansiedad son términos paragua que oscurecen una diversidad enorme sobre las causas y consecuencias del dolor emocional.

Si vamos a tratar el sufrimiento psicológico tan efectivamente como tratamos la neumonía y los huesos rotos, mejor pensemos fuera del recipiente de antidepresivos que pasman y ansiolíticos que adormecen lo sentidos. Podrías comenzar por explorar las opciones hacías las que la naturaleza humana gravita cuando se dejan sin restricciones: las drogas que ayudan a que diferentes personas se sienten bien de diferentes maneras. Despojadas del estigma o de la posibilidad de ser arrestados, alejadas de laboratorios clandestinos y callejones, y prescritas con sensibilidad y compasión, estas drogas pueden hacer mucho bien.

Artículo publicado en AEON y cedido para su traducción en Psyciencia.com. Artículo traducido por Alejandra Alonso y editado por Maria Fernanda. 

Sobre los autores: 

  • Marc Lewis: es un neurólogo y profesor recientemente retirado de la psicología del desarrollo – que estaba en la Universidad de Toronto 1989-2010, y en la Universidad de Radboud en los Países Bajos desde 2010 hasta 2016. Su último libro es la Biología del deseo (2015). Vive en Holanda.
  • Shaun Shelly: está afiliado con el Departamento de Medicina Familiar de la Universidad de Pretoria, donde es investigador y conferenciante. Shaun comenzó el primer centro de reducción de daños de Sudáfrica, y en la actualidad dirige el programa de la política de drogas y los derechos a una ONG nacional. También forma parte de una serie de consejos asesores locales e internacionales. Vive en Ciudad del Cabo, África del Sur.

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