Revista Opinión

Negativa rotunda y obcecada

Publicado el 05 febrero 2016 por Franky
NEGATIVA ROTUNDA Y OBCECADA España necesita con urgencia salir de este bloqueo; el momento es incierto, lleno de nubarrones. Esta incertidumbre que ya se está alargando demasiado exige una solución lo más rápida posible; se ha de consolidar el crecimiento y la recuperación, para crear empleo y mejorar la política social y ello exige estabilidad, seguridad y certidumbre; el apremio de esta coyuntura impone una coalición de gobernabilidad entre PP, PSOE y C's, partidos que defienden la unidad de la Nación, la soberanía de todo el pueblo español y la integridad territorial; es su obligación y su responsabilidad, los tres están obligados ante sus electores a llegar a un consenso, de lo contrario, habrán de pagar un grave coste electoral. España corra el riesgo de caer en un peligroso Gobierno de Pedro y Pablo o ir a nuevas elecciones.

No se debe a Rajoy la falta de entendimiento; la negativa rotunda y el obcecado rechazo está en el Secretario Socialista: pese a acusar al jefe del PP de no querer dialogar, el socialista ha insistido en darle la espalda:"No hay ningún motivo, dijo, para reunirse de nuevo con el presidente del PP; y yo le digo, señor Rajoy, que No es No. ¿Qué parte del 'no', no ha entendido"? Se ha parapetado en la corrupción y es su excusa para mostrar su fobia a Rajoy, pero la corruptela no es más que indicio de una temperatura moral del País; con frecuencia se execra a los políticos, pero sólo son el reflejo de este pueblo; a todos ellos, de derecha a izquierda, incluidos los aberrantes separatistas, algo los iguala en esa cofradía; el PSOE está embadurnado por los saqueos de los ERE y los cursos. Sánchez, con su altivez y brío para insultar a los demás, incumple su propio código ético y así mantiene a su compañero en Galicia, que está siendo juzgado por asunto tan zafio como mangar por sus favores urbanísticos; el nacionalismo catalán ha tejido durante décadas una red mafiosa de mordidas; Podemos ya se ha visto forzado a apartar a uno de sus fundadores y su financiación atufa a olores foráneos; y, a ello, se une todo el florilegio de corruptelas del PP, aunque parece a salvo la honestidad personal de Rajoy. Su gobierno evitó la quiebra, sí, pero no ha regenerado la vida pública. El PP debe acometer cuanto antes una profundísima catarsis, para ofrecer a los españoles un partido conservador, liberal y moderno,

El propósito de Sánchez es formar «Un Gobierno progresista» con los comunistas bolivarianos y los independentistas, expresión aplaudida por amplios círculos de la izquierda, en que el demagógico progresismo se usa de coartada intolerante, reaccionaria y extremista que brinda la percepción de que ese Gobierno, además de tener una breve y traumática existencia, el pacto lleva al PSOE a las sangrientas fauces de Podemos y su final será un duro castigo electoral y una amplia mayoría del PP. La gente de este rancio progresismo, olvidando la suya, airea la corrupción de la derecha, para justificar su falsedad o enmascarar su sectarismo, carga el peso de la corrupción sobre la derecha y exculpa la de la izquierda; pide que dimita Rajoy, pero nadie ha exigido la dimisión de Sánchez ni la de Susana Díaz.

El Presidente Rajoy, avezado a resistir el paso del tiempo está dispuesto a esperar y aguantar hasta que P. Sánchez fracase en el intento de formar gobierno, pero si triunfa entonces, será él, Rajoy, el que muera en la espera; si una corriente de suerte le trae el fracaso de Sánchez en asunto tan complicado, entonces el Rey lo llamará a él para que acepte la investidura, aún a sabiendas de que sólo se tratase de ir a nueva cita con las urnas en unos meses, lo que ha sido su apuesta desde el principio de este difícil proceso y lo que le permitirá mejorar sus resultados de diciembre y salir airoso. El caso es que Sánchez tiene un abrupto e insoluble inconveniente: dispone sólo de 90 escaños y así es muy difícil gobernar o imposible. Ahora bien, un gobierno de Sánchez, va a topar con demasiados contratiempos y no podrá gobernar. España no está para consolidación ni cumplimientos personales, exige 'sentido de Estado', responsabilidad y certidumbre en el esfuerzo y trabajo por el bien común.

C. Mudarra


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