Revista Cultura y Ocio

Nelson Mandela, una vida por los derechos humanos

Publicado el 11 diciembre 2013 por Albilores @Otracorriente

Mandelad

La semana pasada nos abandonó uno de los grandes hombres de historia contemporánea y el más ferviente luchador de los derechos de los hombres de raza negra. Nelson Mandela lideró los movimientos contra el apartheid, lo que le llevó a la cárcel durante 27 años. Pese a ello, tras ser liberado, logró acabar con la discriminación racista y presidió en 1994 el primer gobierno que ponía fin a la pesadilla del racismo en Suráfrica.

Mandela, renunció a su derecho hereditario de ser jefe de una tribu xosa y se hizo abogado en 1942. En 1944 ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. Fue uno de los líderes de la Liga de la Juventud del Congreso, que llegaría a constituir el grupo dominante del ANC; su ideología era un socialismo africano: nacionalista, antirracista y antiimperialista.

En 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Bajo la inspiración de otro gran personaje, Ghandi, el ANC practicaba métodos de lucha no violentos: la Liga de la Juventud (presidida por Mandela en 1951-52) organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.

En 1952 Mandela pasó a presidir el ANC del Transvaal, al tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen; se había convertido en el líder de hecho del movimiento. La represión produjo 8.000 detenciones, incluyendo la del propio Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Allí estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica.

En 1955, cumplidas sus condenas, reapareció en público, promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza.

El endurecimiento del régimen racista llegó a su culminación en 1956, con el plan del gobierno de crear siete reservas o bantustanes, territorios marginales supuestamente independientes, en los que confinar a la mayoría negra. El ANC respondió con manifestaciones y boicoteos, que condujeron a la detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta traición, juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961.

Durante el largo proceso judicial tuvo lugar la matanza de Sharpeville, en la que la policía disparó contra una multitud desarmada que protestaba contra las leyes racistas y mató a 69 manifestantes, era 1960. La matanza propició que el gobierno proclamara el estado de emergencia y los líderes de la oposición negra fueron arrestados.

Aquellos hechos llevaron al ANC a cambiar su lucha no violenta por una que debilitara el régimen. En 1961, Nelson Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional de Toda África, un  nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como medio de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana. Además se encargó de dirigir el brazo armado del ANC, lo que para algunos detractores ha sido suficiente para meterlo dentro del saco del terrorismo, olvidando que su estrategia se centró en atacar instalaciones de importancia económica o de valor simbólico, excluyendo atentar contra vidas humanas, y su causa era la de los derechos civiles de la mayoría de la población surafricana, que es de raza negra, y que estaba sometida a una tiranía y  una segregación humillantes.

En 1962 viajó por varios países africanos con el fin de recaudar fondos, recibir instrucción militar y hacer propaganda de la causa surafricana. A su vuelta a Suráfrica fue detenido y condenado nuevamente, esta vez a 5 años de prisión, pero en un juicio posterior se le condenó a cadena perpetua, en 1964. Esta condena le mantuvo prisionero durante 27 años en unas condiciones penosas. El gobierno surafricano rechazó todos los recursos y peticiones para que fuera liberado, sin embargo le salió mal la jugada al gobierno pues Mandela se convirtió durante ese tiempo en un símbolo y una leyenda de la lucha contra el Apartheid dentro y fuera de su país, así que el gobierno no tuvo más remedio que ofrecerle la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes a los que el régimen había dado una ilusoria independencia. Pero el líder del movimiento contra el apartheid no aceptó y fuera, su esposa Winnie simbolizó la continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones en el ANC, que le supuso muchos problemas, entre los cuales destaca una acusación de asesinato en los 90, no obstante salió absuelta en el juicio.

Por fin, FrederiK de Klerk, presidente de la República, no tuvo más remedio que ceder ante las presiones e inició el camino para acabar con la segregación racial, liberando a Nelson Mandela en 1990 y convirtiéndolo en el principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela y de Klerk compartieron el Nobel de la Paz en 1993.

En 1994, las elecciones convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Suráfrica y a partir de este momento se puso en marcha una política de reconciliación nacional, manteniendo a de Klerk como vicepresidente y tratando de atraer hacia la participación democrática al díscolo partido Inkhata, de mayoría Zulú. Son los años que se reflejan en la película Invictus, con su apoyo a la selección surafricana de Rugby, formada por blancos, durante la copa  mundial de 1995, celebrada en Suráfrica, y que muestra su empeño en integrar la  minoría blanca y la mayoría negra sirviéndose de aquel acontecimiento deportivo y su firme voluntad de construir una nación para todos los surafricanos, sin distinción de raza.

Junto con el arzobispo Desmond Tutu, que presidía la comisión de la Verdad y la Reconciliación –algo que nunca hemos hecho en España con la Guerra Civil y la dictadura-, Nelson Mandela presentó en junio de 1998 el informe con las conclusiones de la Comisión. La integridad, honradez y la talla del dirigente quedó demostrada una vez más cuando avaló las conclusiones del informe, que señalaban no sólo los abusos y crímenes segregacionistas sino también los cometidos por los diversos grupos de los movimientos de liberación, incluido el Congreso Nacional Africano.

Tras esto, Nelson Mandela dejó la política y desde entonces hasta sus últimos días recibió múltiples reconocimientos. En 2010 estuvo presente en las ceremonias del Mundial de Fútbol Suráfrica. Poco a poco su deteriorada salud condicionó sus apariciones en público hasta su fin, hace tan sólo unos días. Pese a ello, este gran hombre es ya uno de los personajes más carismáticos e influyentes del siglo XX y su figura entrará en la historia como un baluarte de la lucha por la libertad y la justicia.

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