Revista Maternidad

Newsletter Julio 2010 de Laura Gutman

Por Josefina
Newsletter Julio 2010 de Laura Gutman
Separaciones tempranas
La necesidad básica primordial de todo niño humano, es el contacto corporal y emocional permanente con otro ser humano. No es más complicado que “eso”. Sin embargo, algo que debería ser sencillo y espontáneo, lo hemos convertido en un problema. Casi todos apuntamos a que el niño pequeño “no nos moleste”. Es extraño. Ninguna otra especie de mamíferos pretendería algo tan insólito de su propia cría. Pero para los humanos es común determinar que lo mejor es “dejarlo llorar”, “que no se mal acostumbre” o “que no se vuelva caprichoso”. Y nos resulta totalmente habitual que el cuerpo del niño esté separado: Solo en su cuna. Solo en su cochecito. Solo en su sillita.
Apenas nace, suponemos que debería dormir solo. Crece un poco, y ya opinamos que es grande para pedir brazos o mimos. Y si crece un poco más, es grande para quedarse en casa. Luego es grande para llorar. Después es grande para no quedarse en una fiesta de cumpleaños. Y por supuesto, siempre es grande para hacerse pis, o para tener miedo de los mosquitos o para no querer ir a la escuela. Si todo lo que necesitaba desde el momento de su nacimiento fue contacto y no lo obtuvo, sabe que su destino es quedarse solo. La necesidad de contacto no desaparece al no obtenerla, entonces su mejor opción será cambiar el modelo de llamada hacia un sistema más “escuchable” para el adulto y posiblemente más molesto. Generalmente el niño enferma. Casi todos los niños están enfermos de soledad. Pero los adultos no reconocemos en la enfermedad del niño, la necesidad desplazada de contacto y presencia.
Ahora bien, si cada uno de nosotros tuviésemos la valentía de recordar y sentir el dolor sufrido a causa de los métodos de crianza y educación que hemos padecido, y si pudiésemos ponernos las manos sobre el corazón y recordar las vejaciones, humillaciones y desamparos que hemos sufrido siendo niños, comprenderemos que todo esto se trata de una revancha. Descargamos la impaciencia, la incomprensión, la desdicha y el odio del que fuimos víctimas. Ahora pretendemos salvarnos y no tocar al niño, porque tocar nos duele. Nos duele el cuerpo rígido por falta de amor, nos duele la moral, nos duele el alma. ¿Estamos dispuestos a hacer algo por las futuras generaciones? Entonces resolvamos nuestro dolor infantil y pongamos nuestro cuerpo a disposición de quienes son niños hoy.
Laura Gutman


Tremendamente cierto. Y cómo pega el ultimo párrafo!! Esa es la sociedad en la que vivimos. Globalización, internet, redes sociales, celulares y mensajitos de texto, pero cada vez más solos. Y eso enseñamos a nuestros hijos. Que deben crecer solos, acostumbrarse a la falta de mirada, a la falta de contacto.
Ayer llevé a Joaqui a natación, y mientras esperaba que saliera, escuchaba la conversación de tres mamás, una de ellas con un bebé de pocas semanas en el cochecito. Esta mamá le comentaba a las otras dos que ya estaba buscando guardería para el bebé. No porque trabajara y necesitara dejarlo en algún lado, sino porque "en unos meses ya empieza a gatear y uno no sabe que hacer con el bebé todo el día". Y como en algún momento tendrá que ir al jardín, mas vale que se vaya acostumbrando de a poquito...
Que alejados estamos de nuestra esencia!! Cuanto nos cuesta retrotaernos a nuestros instintos mamíferos!! Y sobre todo, cuanto nos cuesta mirar hacia nuestra propia infancia y reconocernos como bebés solos, como lo son estos hijos nuestros de hoy.
Es dificil pensar que tal vez nuestros padres no hicieron las cosas "todo lo bien" que pensabamos, pero es NECESARIO que reflexionemos sobre este punto, para tratar de sanar nuestro niño interno y de tener un poco más de mirada materna/paterna hacia nuestros hijos. Y en cualquier caso, pensemos que fueron y serán los mejores padres que pudieron ser, como intentamos serlo nosotros.


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