Revista En Femenino

Ni rusa ni bailarina

Por Andrea Alanís @andrealanis

“Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)”

El principito

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Tenía 5 años cuando comencé a inmiscuirme en ballet. Recuerdo perfecto la primera vez que pisé el salón, mi primera maestra y sus piernas kilométricas, la 4 estaciones de Vivaldi y aquel maestro al que no se le entendía nada. Era bastante mayor. De hecho no andaba sin su bastón. De cara siempre amarga te gritaba en ruso mientras te enseñaba el Pas de Bouree en un perfecto francés.

Mi máximo en la vida era el Bolshoi y en alguna ocasión Isabel la novia de mi padre me regaló un libro gigante lleno de fotos del famoso Ballet Ruso. Un ¡WOW! página tras página.

Soñaba con ser rusa y mientras mi padre leía a Tolstoi, yo aprendía a decir волк, привет y прощайте.

En el post Amigos de por vida, les conté de mi numerosa familia, mis primos y esa amistad que va más allá de la genética. (Si te lo perdiste da clic aquí)

Matrioska
No recuerdo la fecha ni el momento ni quién de mis primos exactamente tuvo a bien apodarme Paredowsky y Petrushka (Pare y Petrush de cariño respectivamente) lo único que sé es que esos apodos me los gané a pulso tras marearlos con mis volteretas, mi tutú y mi “cuando sea grande seré una bailarina rusa del Bolshoi”.

Voy pisando cada vez más fuerte los 35 y ni rusa ni bailarina.

Mis recuerdos rusos son mi perro al que llamé волк (Bolk=lobo), el juego de matrioskas cortesía de los reyes magos, el tórrido romance que tuve con Tolstoi seguido de la ruptura tras quedarme varada en algún capítulo de La Guerra y la Paz. La famosa torta rusa (pierna, milanesa (ternera empanada) y queso o quesillo como decimos en México) de las Tortas Hipocampo y “la rusa” nombre coloquial para un estilo sexual que si no lo sabes, puedes googlearlo. Y no lo cuento aquí porque seguro mi papá leerá este post.

Como verás lo ruso quedó en el pasado salvo los apodos que siguen pero mi sueño de chiquita pues quedó ahí en un grandioso sueño ruso.

A principios de septiembre descubrí via twitter La Calculadora Rusa y tras leer su perfil y recordar mi infancia jugando con matrioskas y aprendiendo a decir hola y adiós en ruso pues quedé enganchada.

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Quiero ser parte de eso, pensaba mientras daba clic a cada sección. Así que me puse en contacto con Lara Andrés y Dave Aiman (co-fundadores) y aunque mi now how no es ni moda ni belleza ni tendencias pues gustosos decidieron darme una oportunidad y tras la respectiva propuesta y el texto de prueba, ahora soy parte de esa gran aventura digital llamada La Calculadora Rusa.

En La Calculadora Rusa podrás encontrar una cara más dura, sincera y divertida de moda, belleza, tendencias, arquitectura, psicología y mil cosas más.

¿De qué escribo ahí? Pues de todo y nada y es que al no tener una categoría per se pues tengo libertad para tocar cualquier tema que salte en la cabeza y te queme el coco. Pero mejor júzgalo tu. Aquí mis primeras dos aportaciones:

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Cómo sobrevivir a una ruptura amorosa

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Cómo vivir en pareja y no morir en el intento

Pásala, comenta, hazte fan.

Me dará gusto leerte por ahí y recuerda que cada domingo la sección ComeCocos tendrá una nueva aportación.

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Puedes seguir a La Calculadora Rusa en twitter y facebook.

Esta aventura apenas empieza. ¿Me acompañas?

firma alanis ok

Imágenes de pinterest.com, weheartit.com y lacalculadorarusa.com
 
 

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