Revista Ciencia

"Nieve en el camino"

Por Losperrosdelcamino
Que difícil es desligarse y hacerse la tonta.
Llovió toda la noche, por la mañana el frío se hacía sentir y pasaba a través del pantalón.
Aquellos miles de jóvenes saltando bajo la lluvia marchando por la Alameda, intentando conseguir soluciones mejores al problema de la educación.
Los medios de comunicación dan como última noticia que en los sectores altos de Santiago, está nevando. Mi esposo me llama para verificar lo dicho. Voy hacia la puerta, veo a Rayo Boy y Cata acostados plácidamente sobre el sofá, y pienso en ellos, nadie que no sepa su historia pensaría que ellos hace tiempo estarían muertos como miles de ellos, abro la puerta, miro hacia el cielo, y es como si hubieran sacudido un cojín de plumillas, suaves, finas, siento el hielo en mis manos al tocarlas, corro al antejardín a tapar las plantas para que no me pase lo de la última vez que se quemaron. Le hecho una miradita a Jaka que está en su casita calentita, sin intenciones de salir. Pobrecita me digo, que hubiera sido de ella si no se la hubiera robado a las calles. Vuelvo a entrar, Rayo y Cata me saludan felices con sus meneos de colas. ¿Los perros tendrán memoria?...Si.

Enciendo el televisor, está nevando en Santiago, hacía muchos años que no sucedía que estuvieran nevando tan bajito. Estoy tranquila, por que se que ellos ayer tuvieron la suerte de comer, y eso en algo los ayuda para guardar calorías ante la perdida de defensas corporales. Los imagino escondidos entre las cuevas de los cerros, debajo de las rocas grandes, entre medio de los árboles mas tupidos, quiero confiar que son mas inteligentes que los hombres para sobrevivir, y es así. Aunque los recién llegados mueren.

Como no recordar aquella vez que subimos al camino mientras nevaba.
Aún siento el frío en mi rostro, cierro los ojos y los veo. Están allí tiritando, con las patas hinchadas, con el pelaje mojado sin poder secarse esperando la salida del care gallo, hasta llego a sentir el sonido de sus dientes en mis oídos.
Tristes recuerdos, encontrarlos muertos sobre la nieve, rescatando cachorros que se quedaron sin madre, poco alimento…nada que hacer. Quiero no pensar, pero no puedo.

Por la tarde me meto a Internet, observo hacia la ventana, el cielo empieza abrir, ya no llueve, pero el frío acecha. Asoma el primer rayito de sol en el cielo, miro hacia el lado sur, el cielo empieza a cambiar de colores, es celeste, gris, un celeste que llega a iluminar el alma mas oscura.
Ahí comienza mi dilema. Voy, no voy, voy, no voy, voy.
La espera desespera, ya no esperaré tu respuesta. Voy.
Quiero estar allá. Ellos son mas importante. Apago todo, me preparo, saco el auto y parto. Así de simple, pero que difícil cuando te sientes atada de manos sin poder hacer mas. Algo es algo, más de alguno que no comió ayer saldrá a buscar algo que echarse al hocico.
No tengo los recursos para comprar a diario mínimo sesenta kilos de alimento, voy con lo que tengo, pero voy.

Empiezo a subir, el asombro ante mis ojos quiebra mis emociones, todo lo que es cerro es blanco, la calzada mojada, grandes charcos de agua, el humo de las chimeneas se encumbra hacia el aire.

Muchos autos bajando con su trofeo encima del capot. Se ven lindos los monos de nieve, blancos con gorros o bufandas colorientas.

Casi llegando, mis ojos se nublan, no lo puedo creer si me lo cuentan, ver para creer dijo Santo Tomás.

Ahí está el, como si supiera que yo me haría presente. La tabla que sirve de plato, tiene alrededor de dos centímetros de hielo, la levanto, sacudo y le dejo alimento, Chocolate corre a servírselo. Se nota su pelaje mojado y helado.
El frío pone mis manos inerte. Tengo la posibilidad de ponerme guantes, ellos no.

Han detenido los trabajos en parte del camino, obvio, el frío no pudo mas. El patio de la casa de mi amigo es una alfombra blanca, congelada.

El paisaje es hermoso, parece un cuadro recién pintado, todo está fresco, las huellas de vehículos van quedando sobre la nieve.

Solo sale ella, Jazmín, feliz a encontrarme. La acaricio como siempre, le dejo comida y empiezo. Autos apostados sobre la berma disfrutan el placer de haber nevado, los niños se tiran bolitas de nieve, mientras los adultos hacen los monos blancos.

Me sigo asombrando del paisaje. Un hermoso paisaje, un tremendo dolor se esconde tras ese paisaje. Veánlo.



Impresiona verlo o no? Se fijaron en los árboles? Recuerda las películas de Wall Disney que veía cuando niña. Triste, penoso, duro. ELLOS NO TIENEN LA CULPA. A medida que subía la impotencia hacía recorrer mi rostro en silencio.

Sigo subiendo, nadie sale, no los quiero llamar tampoco por el temor de que les de mas frío, pienso en el hielo de sus patitas.
Viene mucho vehículo de regreso, las luces comienzan a encender, casi imposible devolverse y darse vuelta en cualquier lugar del camino si no se conoce. Se aproximan las curvas y me devuelvo.

De repente en frente a mi me la encuentro a ella, Laura, le puse así por la pena de la canción de Raphael, es una perra que dejaron el viernes pasado junto a su compañero de raza mestizo pastor alemán, con tan mala suerte que a el, lo atropellaron. El día que la descubrí, ella estaba hechadita al lado de su compañero muerto. Aun siento lástima de ella. Laura está ahí, sin saber que pasa, tan ignorante como tantos. Me detengo, y me cercioro que coma.

En tanto aparecen ellos, los hijos de la Rucia ya muerta, son perritos lobitos, no se acercan, pero conocen tan bien mi auto que se acercan como diciendo para, para, aquí…voy y les dejo encima del cerrito.

Sigo bajando, y ella se percata que estoy, corre tras mi auto hasta que puedo detenerme. La conoces?...Era tuya?...Mírala como sufre.

Sigo bajando, uno, otro…salgo del camino, con la mirada perdida en un pensamiento. Desgraciados, como no pensaron en el daño que les causaban a sus mascotas al abandonarlas.
El frío y la muerte acechan en el camino, la noche lo mas seguro que se lleve a varios.

Trato de confiar…que ellos son mas inteligentes.

Si tu los botaste, míralos…aquí están. Reconócelos, fueron tus mascotas, y las abandonaste.

Confío en que hay un Dios que tarde o temprano ese mal que les hiciste se te devolverá.

La mascota que abandonaste escondido entre las sombras está esperando la muerte cada día en ese camino, y tu?...duermes calentito, tapado con frazadas.

Era esto lo que querías para ella?...después que te dedicó su infancia, te llenó de alegrías cuando era cachorro, y hoy, eres cómplice de su muerte.

Vuelvo a casa, mis mascotas están felices, contentas que regrese, que los abrace, que los bese, nunca me acusan, confían en mí, nunca los traicionaría.
Ellos, los del camino NO TIENEN NADA
.

No puedo seguir...mañana es otro día, quien quiera ir acompañarme al camino ahí estaré, comunícate conmigo y nos encontramos en el lugar, hace falta alimento, el frío se llevará aquellos cuerpos por la hipotermia, muchos quedaran enterrados en los cerros. La muerte será su libertad.

Si alguien quiere adoptar a alguno que esté aquí, solo diganmelo, haré lo posible por traerlo. Al final les dejo mi fono para que me ubiquen, con respeto y seriedad.

Atrévete, fíjate en mí...yo aprendí hacer la diferencia. Yo amo a los perros y se me nota la felicidad de existir, de disfrutar todo lo que hago, aprendí de mi padre que la vida hay que vivirla a concho con penas y alegrías.

NO MAS ABANDONO DE PERROS

Marcela Opazo
97979362

Los perros del camino?... son todos aquellos que de una u otra manera estando perdidos o abandonados, Dios los pone en mi camino cuando paso...y algo me dice: tienes que detenerte, no puedes seguir...

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