Revista Sociedad

Nihilismo político. Alfredo Abrisqueta García.

Publicado el 09 noviembre 2011 por Alfredo
Nihilismo político. Alfredo Abrisqueta García.
A veces me pregunto por la naturaleza de nuestra democracia. Vamos a ser sinceros, cuestiono qué es eso de democracia y qué es eso de Estado, cada día que me levanto y enciendo la caja tonta y veo en las noticias a los pastores y sus sermones. Veo a los predicadores de la muerte, así llamados por Nietzsche, que escandalizados, no dejan de urgar en el Estado de derecho que en nuestros días estamos viviendo, por desgracia, sus últimos momentos de su corta vida y larga historia. Pues, en efecto, la democracia no es un invento del siglo XX ó XXI. La democracia ya fue el invento de aquellos griegos hace veinticinco siglos atrás. La figura del gran Pericles expresa, con seguridad, lo que argumento y expreso.
Veo cada mañana, como dichos pastores del "traje", de corte burgués, deciden retrasar un poquito más cada día, lo que hoy entendemos por Estado de derecho, y por Estado democrático. En efecto, la mayoría estudiaron con bastante detenimiento y curiosidad cada técnica de la retórica para crear ambigüedades en sus discursos, o falacias en sus argumentos, con el fin de ganarse el favor del pueblo, pero sin el pueblo. No, no me refiero a un Despotismo Ilustrado, me refiero más bien, a una dictadura no ilustrada. Pues por Ilustración no entiendo solamente como una época histórica, sino también como una forma de vida y de reflexión. Un pensamiento que, si bien subyace en el mundo contemporáneo, es sin embargo olvidado. Desterrados los principios que tanto lucharon los ciudadanos siglos atrás, la mencionada lucha, es bien ignorada, cuando por televisión vemos la desfachatez de nuestros líderes. Pero es aún mucho más ignorada, la lucha por los principios de la razón de una sociedad democrática y racional, cuando no podemos o no sabemos apagar la caja tonta. Cuando desterramos los problemas de nuestra mente saciando el hambre consumista que nunca acaba. Exacto, nunca acaba. Nunca termina el hambre, nunca nos saciamos, nunca llenamos de contenido nuestras necesidades,siempre vacías exigiendo ser llenadas. Nunca, repito nunca, nos hartamos.
Así pues, cuando la Razón ciudadana empieza por entender la ambigua circunstancia que siempre impone la vida, no sólo en términos biológicos, sino culturales, a eso me refiero, a nuestra cultura, en especial la ética-política en una sociedad como la nuestra, nos desentendemos de los problemas y buscamos en seguida un Mc Donald's para saciar nuestra necesidad, que nunca acaba. Así pues, como Fineo y Tántalo, estamos condenados a no saciar nunca nuestro apetito, nuestra necesidad, y por ello nunca dejamos de consumir. Esto, en definitiva, impide otorgar tiempo a los menesteres de la mente, como por ejemplo, al ejercicio de pensar. Y es por esto mismo, por lo que cada mañana, un ciudadano de un supuesto Estado de derecho permite escuchar las falacias políticas, ver y sentir sus decisiones, que retrasan y retrasan, no ya el avance de un Estado democrático, sino la demora de sus mismos cimientos. Es decir, permutan siempre, a día de hoy, los conceptos por los cuales son definidas y entendidas las cosas, careciendo de valor y sentido, debido unicamente al auge de cierto nihilismo político, que se alimenta de la ignorancia ciudadana.
Para acabar solamente puedo decir que, si no descuidamos y nos alejemos de ciertas prácticas éticas y políticas, sociales y culturales, que unicamente rinden pleitesía al castigo divino que Tántalo y Fineo padecen en la eternidad, nosotros, como seres finitos que viven en un tiempo finito, nunca vamos a poder experimentar dicha sociedad ilustrada, bajo un Estado de derecho y de democracia tal como lo entendieron los griegos y los iluminados. La acción política comienza con el ciudadano, así pues, el ciudadano posee una responsabilidad sumamente grande, no solamente porque su decisión afecta al conjunto de las demás decisiones, no solamente porque ejerce sus derechos que tanto sudor, sangre y lágrimas han costado, sino también por la gran responsabilidad que todo Ser Humano lleva a sus espaldas, es decir, el lastre de la historia, el peso de su propia historia. La misma historia que la Humanidad escribió con sus vidas, sus formas de pensar, y sus sangrientas y encarnizadas luchas. Así pues, y tal como Sócrates manifestó muy seguro de sí mismo, se dio cuenta que, para mejorar la polis, en este caso, nuestro país, y en definitiva y más importante aún si cabe, nuestro mundo, debemos mejorar nosotros primero. Y el político ha de hacer mejor a su ciudadano, pues así entendía Sócrates y Platón el deber político de un líder con respecto al gobierno de su pueblo. En efecto, si queremos que las cosas cambien, que sean razonables, que sean justas y buenas, si no cambiamos nosotros primeros, nunca cambiará nada en especial.
Nihilismo político. Alfredo Abrisqueta García.

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