Revista Opinión

Ninguna bandera me pone de pie

Publicado el 03 agosto 2019 por Carlosgu82

Podríamos inventar el regalo para todos los adioses, podríamos salir de la senda de todas las bienvenidas, podríamos pero no podemos. En su lugar, quedamos encerrados en el callejón sin salida, pasmados ante la huída del retoño que no quiere nada más  que la caridad de su amada, pasmados ante su orgasmo lleno de vergüenza. ¿Quién invento acaso esta idea? Como dice el grupo de Pamplona (los nunca bien ponderados Barricada): «Otros llegarán después, no la dejarán caer al suelo».

A pesar de las canciones, no hay salida para tanto grito, para tanta teta y tantas salidas: «una pierna encima de otra, nunca se puso cachonda ni se sabe bien porque» aúllan de nuevo los rockeros. Alguna ignoraba mis sensaciones y casi acierto la primitiva con sus millones llenos de huesos, el disco que giraba se titulaba «Por instinto»; en otro disco comprado en la misma época  Kurt Cobain lloraba mi amor frustrado, nadie pidió clemencia y los autos chocaron en un bar de carretera, para qué entonces tanto sentimiento.

Por otro lado, tengo que preguntarte si tienes acaso suficiente luz para este insulto, o has caído en el desacato más simplón; no importa la respuesta, de todas formas me gusta tu sonrisa. No miento si digo que no importa: «ninguna bandera me pone carne de gallina, ninguna bandera me pone de pie», y caes rendida mientras suena el himno; ya podemos entrar en el taxi, ya podemos contar los minutos mientras la historia se acaba, nadie quiere ya volver a aquellos tiempos malditos. Algo se hizo mal, ahora renegamos, no teníamos paciencia.


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