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Niños

Por Joseluisp

Niños

Un cliente me envió información sobre un curso para recuperar al niño interior. A partir de ahí he podido observar el interés y las expectativas que muchas personas tienen por conectar con esta parte de sí mismos a la que llaman su niño interior.

En análisis transaccional, el Niño es uno de los tres estados del yo desde los que realizamos nuestras transacciones con los demás. Según Berne, si el Padre se corresponde con las figuras paternales y el Adulto se dirige a la evaluación objetiva de la realidad, el Niño se asocia la parte de nuestra personalidad que se fijó en la primera infancia.

El Niño registra aquellos datos que ve, escucha, siente y entiende a lo largo de su experiencia de la infancia. Thomas Harris considera que esta experiencia de la infancia se vive desde sentimientos negativos, pues durante la primera infancia el niño se percibe como un ser que no está bien, pues se encuentra indefenso, sometido a las exigencias de sus padres y a merced de su aprobación o desaprobación. Otros autores consideran que el niño vive su infancia desde sentimientos positivos en torno a su potencialidad, e incluso algunos entienden que el niño vive la experiencia de la infancia sin sentimientos positivos ni negativos hacia ella sino como si de un libro en blanco se tratatase.

Cuando somos adultos, el Niño y la experiencia de la infancia se vuelven a reproducir en muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos. Piense por ejemplo en aquellas situaciones en las que nos vemos acorralados y no encontramos alternativas. En ellas se disparan sentimientos de frustración y abandono que activan ese Niño que no es más que la manifestación de nuestro yo emocional.

El Niño es la fuente de gran parte de nuestras emociones primarias y de sus combinaciones. En él residen el amor, la alegría, la espontaneidad y la empatía. Toda nuestra creatividad, nuestra curiosidad, nuestro interés por explorar y conocer el mundo, nuestro deseo de tocar, sentir y experimentar son la manifestación del Niño en su estado puro. Sin embargo, el Niño también contiene el enfado, la tristeza, el temor o la vergüenza.

Nuestro Niño Natural contiene toda nuestra espontaneidad, una energía que canalizamos hacia la creatividad o hacia la rebelión. Pero el Niño también puede manifestarse como un Niño Adaptado, un Niño que ha modificado su conducta como respuesta a la influencia de sus padres. El Niño que se comporta como sus padres quieren que sea se somete a un proceso en el que se adapta a su voluntad, volviéndose obediente o precoz, o en el que se distancia de ellos.

El enemigo del Niño Natural, su némesis, es el Padre Crítico, alguien que aprovecha la debilidad del Adulto para controlar al Niño al que percibe carente de valor. El Padre Crítico juzga a la persona, considera que no es merecedora ni de su amor ni de su reconocimiento y prefiere intentar controlarla. Su poder está en evitar que la persona ame y sea amada. Por ello impide que reciba cualquier tipo de caricia en forma de amor, de respeto, de consideración o de aprobación.

Así que tanto si lo hace a través de un curso como si lo hace por cualquier otro medio, conectar con nuestro Niño interior es conectar con gran parte de nuestras emociones, es conocernos a nosotros mismos y comprender el origen y el motivo de nuestras respuestas emocionales, también es desarrollar nuestra capacidad para intuir, crear, y disfrutar lo que vivimos.

Si es así, quizás debería asistir a ese curso. Francamente, merecería la pena.


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