Mucho respeto y cuidado de parte de los dos equipos en el comienzo del primer tiempo en el que hasta los 20 no se habían sacado ventajas. Demasiado imprecisos, y con enormes dificultades para ejercer la posesión de la pelota, fueron repartiéndose el trámite sin superarse. A partir de los 20 minutos el Manchester incorporó mayor cantidad de gente en ataque y poco a poco fue haciéndose dominador de las acciones hasta que empezó a tener llegadas peligrosas que si bien nunca fueron claras, disparos de media distancia, centros, y pelotazos, sirvieron para probar tanto a la defensa del Liverpool como al arquero español Reina que siempre respondió. Sobre el final también se animó el Liverpool y con disparos desde afuera del área llevó cierto peligro facilmente desactivado por la defensa de United.
Se esperaba más de este partido pero nadie imaginó que el United se lo iba a tomar tan en serio. Le bastó con jugar cuatro minutos del segundo tiempo para que después de la presión de Valencia, Rooney aprovechara la gigantesca debilidad de la defensa del Liverpool para convertir el segundo gol. Antes, al minuto de comenzado el segundo tiempo, había anotado después de un córner.
Siquiera con los cambios más ofensivos el Liverpool pudo encontrar la pelota para meter en problemas al Manchester que siempre tuvo el control. En los últimos quince minutos el equipo de Ferguson se retrasó para jugar de contra, y fue cuando mejores oportunidades tuvo el Liverpool aunque sin preocupar demasiado a la defensa rival.
Excepto en la jugada del gol de Suárez que dio al Liverpool unas esperanzas nunca sostenidas mediante el juego, y en un remate de Johnson sobre el final que De Gea sacó en espectacular acción, el Manchester no arriesgó la justa victoria.
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