Revista Comunicación

No daré hijos, daré versos (Ciclo de teatro latinoamericano: Uruguay)

Publicado el 07 noviembre 2015 por Universo De A @UniversodeA

No existe una única manera de conseguir un resultado sobresaliente

No daré hijos, daré versos (Ciclo de teatro latinoamericano: Uruguay)

Sinopsis y ficha técnica

Obra sobre la poetisa modernista uruguaya Delmira Agustini (1886-1914) que marcó la vida cultural de principios del siglo XX (fue una de las fundadoras de la tradición más rica y singular de mujeres poetas de América Latina). Murió víctima de la violencia de género ya que fue asesinada a manos de su exmarido.

Escrita por Marianella Morena consta de tres actos. Tres lenguajes. Tres puntos de vista. Seis actores rotan roles y géneros. Un relato escénico musical contemporáneo que transita por procedimientos sobre la Historia, el teatro, la academia, y nos devuelve un pasado estallado.

¿Qué sobrevive y cómo? Hay guerras que son de un hombre y una mujer, y hay guerras que son de una sola persona.

Durante 90 minutos cada uno pondrá su límite sobre lo real y la ficción.

Estrenada en el Teatro Solís de Montevideo en 2014, año de la conmemoración de su centenario, la obra fue galardonada con el Premio Florencio a Mejor Texto de Autor Nacional de Uruguay.

Ficha artística

Actores: Lucía Trentini, Mané Pérez, Laura Báez, Domingo Milesi, Agustín Urrutia, Cristian Amacoria.

Diseño de escenografía y vestuario Johana Bresque
Diseño de iluminación Claudia Sánchez
Iluminación Ivana Domínguez
Música Lucía trentini y Nicolás Rodríguez
Letras canciones Marianella Morena
Gestión internacional José Miguel Onaindia
Producción Lucía Etcheverry

Texto y dirección Marianella Morena

Una producción de Lucía Etcheverry

Comentario previo

Hace muy poco, tal vez recordéis que he hablado de los escándalos de los Teatros municipales, lo hacía, como es habitual en mí, con un tono totalmente jocoso y más como un divertimento y una forma de desahogo por tantos montajes pésimos que otra cosa; a continuación, se desarrollaron todo tipo de hechos como el repentino apoyo a mis malas críticas de los trabajadores de los teatros municipales (que a día de hoy siguen siendo mis seguidores en Twitter) o del propio Teatro circo Price (para recordar todos estos acontecimientos, ver este enlace), a pesar de que era evidente que, tras esa situación, había mucho mar de fondo, seguí sin tomarme el tema muy en serio, pues siempre prefiero ver el lado divertido de las cosas.

Pero esto no lo es; aquí ha habido despidos, gente que ha perdido su trabajo y una serie de incidentes bastante complicados. Considero que he tratado ese tema con una frivolidad que ha estado totalmente fuera de lugar (incluso siendo este un blog personal, considero que todo tiene un límite) y pido disculpas por ello; nadie me obliga, pero quiero hacerlo.

Desde luego, no pienso decirle a nadie lo que tiene que pensar (yo nunca hago eso: doy mis argumentos, los defiendo, pero siempre dejo que cada uno saque sus propias conclusiones), y habría que tener muchos detalles para juzgar esto con propiedad; pero sí diré que, a través de una de las personas que me retwitteo, cuyo alias es “Martillo” descubrí más cosas. En un principio la cosa no me parecía muy de fiar: anonimato por todos los lados, martillos y colores rojo-negro por doquier, blog titulado el cuarto pueblo, foto de manifestación como imagen en twitter… más simbología comunista-anarquista no podía haber, y por si fuera poco, algún retwitteo a algún republicano; imaginaos la impresión que causó en este blog amarillo apolítico pero monárquico (que una vez más alucinaba con la gente que lo lee)… pero como yo nunca juzgo por la primera impresión, decidí echar una ojeada al blog de Martillo (que obviamente, está vinculado de alguna manera con los teatros municipales) esperando encontrar vulgar demagogia y propaganda ultraizquierdista, pero, para mi asombro estaba seguido todo el tema de lo que yo había denominado “los escándalos del Español” con una neutralidad asombrosa: en un sólo post (claramente el blog nació para denunciar eso) se encuentran artículos de medios tan distintos como ABC, El País, El mundo, 20 minutos o Europapress (algunos de los cuales difícilmente podríamos calificar de revolucionarios o prensa amarilla) e incluso de otras instituciones; no se trata de un panfleto, sino de una recopilación de información y su seguimiento; yo considero que con una muy cuidada y buscada imparcialidad, con el único objetivo de hacer ver algo que se considera injusto. Enlazo por tanto a este post, y dejo el tema, pues teniendo esto delante, difícilmente se puede añadir nada más.

Pero volviendo a la obra de la que se va a hacer la crítica; recientemente, tuve que trabajar con unos uruguayos, y la verdad es que mi impresión final fue sumamente negativa, acabé considerándolos personas ingratas, desconsideradas, además de absurda y abusivamente exigentes. Sin embargo, una de ellos, me regaló como recuerdo un billete (papel moneda) de su país, en él, figuraba la imagen de Delmira Agustini y unos de sus versos, y sabiendo la uruguaya de mis inquietudes culturales, me habló de la poetisa, de su importancia en su país, y lo estudiada que era en las escuelas. Como siempre en estos casos, decidí esperar a no sentirme obligado, para investigar más sobre Agustini (como hago siempre); pero como tampoco me había agradado demasiado aquella gente, al final, mi mente decidió olvidar el tema.

Y de repente se me planta delante el Ciclo de teatro latinoamericano organizado por las Naves del Español (quizás, siguiendo la estela ya iniciada y que ahora parece que se quiere continuar); y cuando me entero de cual es la primera obra y de qué va, tengo un debate interno: por una parte, mi curiosidad se afianza y me doy cuenta de que es la oportunidad perfecta para saber más acerca del tema y de ese modo consolidar mi investigación… pero por otra, el recuerdo de los Uruguayos y la mala experiencia no me dejan muchas ganas de fiesta. Bien sé, que unas cuantas personas que conocí no definen un país, y que jamás se puede generalizar, ¿pero no es inevitable que este tipo de cosas nos influyan?.

Finalmente, por suerte, mi curiosidad pudo más; y allí fui, para finalmente conseguir aumentar mis conocimientos, que al fin y al cabo, por encima de todo, es lo que siempre me hace feliz.

Antes de entrar en la crítica, comentar que he visto algo desmejorada la atención al público en las Naves, quizás porque hay una excesiva rotación de personal; tal vez sólo sea una impresión pasajera, pero seguiremos pendientes.

El programa de mano es sólo aceptable, muy mejorable.

La publicidad de la obra y de todo el ciclo es simplemente nefasta (incluidas las fotos que publico para qué se vea como es la obra, ¡no le hacen justicia!), si va alguien será porque se ha molestado en enterarse (¡o porque lee este blog, jajajaja!)

Y la verdad sea dicha, no hay derecho a que sean tan pocos días de representación, ¡es absurdo!.

Crítica

Me apena que esta crítica salga tan tarde pero no quedó otro remedio, y además, la obra está tan pocos días… normalmente confiaría en una reposición o en una gira, pero en este caso no sé yo… sea como sea, espero que esta producción se pueda beneficiar de mi crítica, aunque no estoy muy seguro de que le haga gran falta, pues parece que ha ganado muchos premios en su país; y en cualquier caso, quien sabe, puede que tenga una larga vida en Uruguay, y que los múltiples americanos que visitan este blog (¡ya ves, Universo de A se ha vuelto internacional, ¡ahora hago críticas intercontinentales!) acaben leyendo esta crítica y puedan ir a ver esta obra; eso me gustaría mucho.

Tal vez haya quien me pueda calificar de conservador, de que sólo me gustan los montajes clásicos (aunque yo creo que, el hecho de que la última vez que diese el calificativo de “obra maestra”, fuese a “Stockmann” contradice bastante eso), y quizás mi buena crítica a este, ayudará a refutar esa posible opinión.

Sin duda alguna, la historia de Delmira Agustini podría dar mucho de sí para un magnífico drama contado de una forma totalmente clásica y lineal, pero habría que tener muchísimo talento, para que ese hipotético escrito, superase la maestría de la obra de Marianella Morena “No daré hijos, daré versos” (porque como hemos dicho muchas veces en este blog, lo clásico, tal vez disimule mejor la catástrofe, pero no crea obras maestras mágicamente, buen ejemplo es Emilio Sagi).

Como español, y en consecuencia, un tanto eurocéntrico (a pesar de que intento evitarlo desde siempre), mis conocimientos sobre la poetisa uruguaya son muy básicos, y precisamente por eso, por mi cierta ignorancia en el tema (y teniendo en cuenta mis investigaciones posteriores), considero que han sabido transmitirme muy bien la vida, pensamientos y obra de Agustini; cierto, no lo han hecho de un modo convencional, no hay introducción-nudo-desenlace (es más, en la obra se burlan con gran maestría de los montajes clásicos, apoyando un estilo más vanguardista), pero la verdad, lo incuestionable, es que se consigue transmitir a la perfección lo que fue la vida y obra de esta escritora. En realidad, el texto es realmente sobresaliente, puesto que incluso se triplican los personajes (algo que nos recuerda a aquella ópera, “La conquista de Méjico”), pero da un magnífico resultado. En realidad, el texto funciona muy bien, a pesar de no utilizar los esquemas narrativos clásicos precisamente porque posee emoción, sinceridad, emotividad, proporciona información… es absolutamente brillante la verdad.

Por si fuera poco, ¡la obra es un musical!, y otro ejemplo de su gran maestría es que no necesitan ningún músico allí, pues con las voces de los actores a capela consiguen un sonido absolutamente excelente (recuerdan un poco a esos excelentes y bien entrenados coros ortodoxos que con sus voces solas consiguen que parezca que hay música instrumental); por supuesto, tampoco en esto esperéis nada convencional, pero ello, una vez más en esta obra, es algo positivo.

Perfecta dirección de actores y de escena, también a cargo de Morena.

El resto del apartado técnico, aunque es un tanto pobre, quizás podría mejorarse en ese aspecto, pero no sé hasta que punto sería imprescindible para esta obra.

El reparto, bastante coral, cumple perfectamente su función, encarnando magníficamente los más diversos personajes y metiéndose excelentemente en todos sus papeles; sin duda alguna, son un reparto ideal para este montaje y hacen un trabajo genial.

En definitiva, nos hallamos con una obra llena de maestría, que consigue conjugar los más diversos géneros con un éxito absoluto: musical, drama, comedia, histórico, intriga, lectura dramatizada, metaficción… etc; profundiza en Agustini pero también hace autocrítica nacional; reflexiona sobre las cuestiones históricas pero también sobre las personales y emocionales… etc; y todo ello, de una forma totalmente fresca, juvenil, novedosa… vamos, ¡absoluta y totalmente digna de aplauso!.

Concluyendo, se trata de un musical con garra, crítico, reflexivo, rompedor, vanguardista, fascinante… y toda una oportunidad para descubrir a Delmira Agustini aquí en Europa; realmente hemos tenido suerte de que haya llegado a nosotros porque merece mucho la pena; es así pues, una producción muy sobresaliente que hay que ver.

No daré hijos, daré versos (Ciclo de teatro latinoamericano: Uruguay)
No daré hijos, daré versos (Ciclo de teatro latinoamericano: Uruguay)
No daré hijos, daré versos (Ciclo de teatro latinoamericano: Uruguay)
No daré hijos, daré versos (Ciclo de teatro latinoamericano: Uruguay)
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