Revista Cultura y Ocio
"Su primer movimiento contra nosotros fue tan minúsculo, una irregularidad tan infinitesimal en contraste con el atronador ruido de fondo de la vida, que no lo consideré significativo.
Adoptó la forma de un mensaje de texto procedente de mi esposa, Alison, y me llegó al móvil a las 15.28 de un miércoles."
No se vosotros, pero yo en los días de frío, muchas veces no quiero más que un libro y una manta y no pensar mientras vuelan las horas. Y eso hace que a veces me busque una suerte de código bestseller para estar entretenida. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, No digas nada.
Conocemos a los Samson, Scott y Alison. Una familia con éxito y tranquilidad económica, con una posición ya que Scott es juez federal, y con una pareja de gemelos, Sam y Emma. Hasta aquí parece que estamos ante una familia modelo, pero todo cambia cuando los hijos son secuestrados y utilizados para dictar al juez sus próximas sentencias, unidas siempre a la misma consigna: no digas nada a nadie o tus hijos morirán.
El argumento no es demasiado original, pero sí efectivo, incluso cinematográfico, así que es fácil entrar en esta novela de suspense y dejarse arrastrar por sus páginas. a partir del secuestro, los padres optan por no ir a la policía mientras el juez ve como todos sus principios se ponen a prueba cuando se le dicta la primera sentencia y comienza a temerse el caso al que va destinado la segunda. Es entonces cuando Parks comienza a complicar la historia, sobre todo para los padres a quienes asedia de preocupaciones y les pone ante una constante: que nadie se entere. Lo hace además de tal forma que el lector se pondrá de parte de Scott, que es quien además nos va contando la historia, y al que veremos perder los nervios y llegar a sospechar de su propia sombra. Un segundo hilo nos dejará entrar en el lugar de confinamiento de los niños, de tal modo que poseeremos siempre más información que él, aunque es verdad que Parks se encargará de que eso cargue aún más la atmósfera para el lector. Y así entraremos en una corte con sentencias cuestionables, presiones por parte de los superiores de un juez, temores, investigaciones, secretos y mentiras que hacen de esta novela una lectura ágil que busca entretener al lector.
La trama está más o menos bien conseguida, ya que tiene el ritmo adecuado como para que no nos paremos demasiado a pensar en los detalles, lo que importa es avanzar y descubrir quién ha sido el artífice del secuestro. Así que hasta aquí no tengo pegas. El problema para mi con esta novela está en su resolución. Tengo problemas con giros inesperados que no parten de ningún apoyo y más aún con las frases pseudosentimentaloides que algunos autores me intentan colocar sobre todo cuando hay niños de por medio. No me cabe duda que mucha gente sentirá cierta emoción con esta novela en varios momentos, pero en mi caso creo que esa parte sobraba.
Es una pena que a veces una novela resultona o incluso buena se me ahoga en el final y es que, lo reconozco, me cuesta mucho perdonar un mal final. Eso de estar leyendo durante un montón de páginas para terminar desilusionado, me fastidia. Y esa es la sensación agridulce que me ha dejado esta historia en la que el autor ha pretendido, creo, rizar el rizo justo en su última página. De verdad, si ya está bien, no hace falta que lo toques para poner un último adorno... a veces menos es más.
Y vosotros, ¿perdonáis los finales que no están a la altura?
Gracias.