Revista Opinión

“No había pan para tanto chorizo”

Publicado el 23 febrero 2017 por Lulesi

“No había pan para tanto chorizo”

 

Érase un país hundido en la más infinita corrupción. Todo estaba podrido. Una falsa democracia amparada en una falsa Constitución y soportada por unos gánsteres a los que se llamaba “políticos”.

El presidente del falso Gobierno decía que “la corrupción era una anécdota” y los teletipos de las noticias se reían a plena carcajada. Decenas de casos de las más variadas corrupciones se descubrían cada día: desde chorizadas urbanísticas de concejales de ayuntamientos de tercera a mafias organizadas en todo el Estado,  pasando por Autonomías de distinto color político.

Imperaba la “Ley del 3%”. Las empresas se adjudicaban contratos públicos “engrasando” previamente a los partidos gobernantes, a los ministros, consejeros, alcaldes o concejales. Cada obra o proyecto tenía sobrecostes espectaculares que doblaban o triplicaban el presupuesto inicial.

Se abrían cuentas en bancos de Suiza, Panamá, Jersey o Delaware por cualquiera: familiares de la Casa Real, cantantes, deportistas, folclóricas, tertulianos y el “coño la Bernarda”.

La evasión fiscal, la elusión de impuestos, el quebranto de la economía pública,  era el deporte nacional. Los ricos pagaban el 6 % del PIB y los pobres el 94 % restante. La mayoría de impuestos era indirectos y pagaba igual un parado que el presidente del Consejo de Administración de un banco, jubilado millonariamente con una auto-indemnización.

Los Bancos sólo estaban para obtener beneficios, engañaban a los pensionistas de forma “preferente” y si, por casualidad, tenían alguna pérdida, había generosos rescates que pagaban hasta el 30 % de trabajadores que estaban en desempleo crónico.

Una confesión religiosa estaba exenta de cualquier tipo de impuesto, recibía una generosa financiación de las arcas públicas e inmatriculaba como propia cualquier propiedad que pasara volando. Era la primera propietaria de bienes inmuebles, con diferencia.  Era reaccionaria en lo social, tenebrosa en lo cultural y medieval en lo religioso. Participa con amplitud de participantes e impunidad casi absoluta en la “multinacional pederasta” y sus obispos, haciendo honor a San Pedro, eran “una piedra”. De dura y pesada.

Los partidos se financiaban así, ilegalmente,  desde los tiempos de Maricastaña-Fraga. Acudían dopados a las elecciones que ganaban con el respaldo mayoritario de pucheros, monjas, curas, frailes y retrasados mentales varios. Los días electorales se llenaban de disminuidos físicos y mentales, arropados por monjitas de su asilo que buscaban su sopa boba.

La Justicia y todas sus administraciones y manifestaciones del poder de la ley, estaban “tomadas” por el poder de la “Cosa nostra”. Tribunales Constitucionales, Supremos, Audiencias Nacionales, Magistraturas, Fiscalías… estaban al servicio del Poder. El visible y el oculto.  Condenaban a tres años de cárcel por el robo de una bicicleta y dejaban en libertad sin fianza a los “investigados” y en algún caso, condenados, por media docena de delitos.

Había una “Casta”, super-poderosa,  de aforados, políticos activos y cesantes, jueces, militares con o sin graduación que disfrutaba de privilegios, pensiones, coches oficiales y pases gratuitos varios, con derecho de pernada sobre el pueblo llano, esquilmado, estafado o desahuciado a quien todos le habían perdido el respeto.

No había “pan para tanto chorizo”. Era el país del embutido. Eran amos inmortales del cerdo. Cerdos todos.


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