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No hay que dormirse en los laureles…

Publicado el 26 julio 2017 por Bypils @bypils

No hay que dormirse en los laureles…

Nos ha ido bien. Tras meses de mucho trabajo, hemos conseguido sacar el proyecto adelante. Wow! Lo hemos celebrado y, al terminar, uno ha dicho : Todo esto es fantástico pero…no hay que dormirse en los laureles.

Según la RAE, dormirse en los laureles es “descuidarse o abandonarse en la actividad emprendida, confiando en los éxitos que ha logrado”

Todos entendemos la expresión y sabemos que el famoso laurel hace referencia esa corona que reconocía los logros en la época del Imperio Romano. ¿Por qué una corona de laurel? ¿Por qué no de oro, plata, brillantes…? ¿Laurel?

En pleno siglo XXI, estamos utilizando una expresión cuyo origen remonta al año 8 a.c. Aparece en el relato de Ovidio, “La metamorfosis”.

No hay que dormirse en los laureles…

La mitología griega explica que Dafne, una ninfa de los árboles, se vio obligada a escapar de Apolo. ¿Por qué? Eros, disparó una flecha de oro hacia Apolo y otra de plomo hacia Dafne. La flecha de oro hizo que uno se enamorara perdidamente. La otra, la pobre Dafne atacada por el plomo, sintió repulsa absoluta por Apolo. Y ahí los tienes, el persiguiéndola, ella huyendo.

Desesperada, y a punto de ser alcanzada por el Apolo enamorado, le pide a su padre, el Dios Ladón, que la ayude y al Dios del río no se le ocurre otra cosa que convertirla en un laurel. Un árbol…Apolo, que seguía enamorad de Dafne, prometió reverenciar el laurel de por vida y hacer que sus ramas coronaran las cabezas de sus héroes.

Así que, cuando oiga esa frase de “Dormirse en los laureles” pensaré en la pobre Dafne. Me acordaré de una mujer convertida en árbol. La piel, corteza. El pelo, hojas y los brazos, ramas…A Eros ( culpable 1) y a Ladón ( culpable 2) que les den morcillas divinas…

No hay que dormirse en los laureles…

NB : El Beso de Klimt. En la literatura más reciente se ha interpretado este lienzo como una representación simbólica del momento en que Apolo besa a la ninfa Dafne que se está convirtiendo en laurel, Su visión debe completarse con la del friso de Klimt en el comedor del Palacio Stoclet de Bruselas, en el que la metamorfosis se consuma y se produce el nacimiento de un nuevo laurel.


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