Revista Coaching

No necesitas productividad, sino efectividad

Por Elgachupas

Barrendero antiguoLeía ayer un interesantísimo post de Francisco Sáez en FacileThings, incidiendo en una idea que, a mi juicio, resulta fundamental para el buen management en el siglo XXI: ¿Cuál es el sentido de la productividad?. O, ¿realmente somos productivos por la razón correcta? Una pregunta que yo mismo lanzaba ya hace algunos años en este mismo blog: ¿por qué debemos ser productivos? Esta ha sido, de hecho, una pregunta recurrente entre todos los que nos dedicamos a ayudar a mejorar la forma de trabajar de las personas y las organizaciones.

Como digo muchas veces, las palabras crean realidades, y claro, cuando se habla de «productividad», la inmensa mayoría de las personas piensa automáticamente en «hacer más en menos tiempo». Por eso, para un amplio porcentaje de los profesionales modernos, productividad es sinónimo de «explotación laboral», lo cual complica mucho la comprensión del problema y cualquier intento de mejora del rendimiento personal dentro y fuera de las organizaciones. ¿Cómo intentar mejorar algo que no se percibe como un problema?

Dejando a un lado las connotaciones negativas que tiene la expresión «mejora de la productividad», medir el rendimiento del trabajo en términos de cantidad de cosas hechas por unidad de tiempo, es algo que ya está claramente superado en la era de la información. Estoy de acuerdo en que el rendimiento medido en términos cuantitativos —eficiencia— es algo importante en un mundo taylorista, donde todo lo que produce un trabajador tiene un valor similar. Sin embargo, cuando la materia prima pasa a ser la información, y lo producido es conocimiento, la cosa cambia, y mucho.

En el trabajo del conocimiento, como no todo lo que haces tiene el mismo valor, muchas veces se puede ser más «productivo» —es decir, rendir más—, trabajando menos. Esto, que resulta aparentemente contradictorio desde el paradigma de la productividad, resulta de una obviedad supina para cualquiera que haya leído —y entendido— al padre del management moderno, Peter Drucker.

La efectividad, tal y como la definía Peter Drucker, consiste en hacer bien las cosas correctas. Es decir que, para el profesional del conocimiento, es la efectividad, y no la productividad, la verdadera medida de su rendimiento. Esto es verdad desde hace décadas —algunos trabajos de Drucker datan de mediados del siglo XX—, y, sin embargo, aún hoy, muchísimos profesionales y organizaciones continúan sin darse cuenta. El resultado: siguen obsesionados con medir el rendimiento sólo y principalmente de manera cuantitativa, y se aferran desesperadamente al tan dañino discurso de la gestión del tiempo, inútil a la hora de mejorar la efectividad.

Así pues, no es que las personas estén entendiendo «mal» el sentido de la productividad, simplemente están entendiendo lo que siempre se ha entendido por productividad. El problema viene, más bien, de seguir utilizando el término «productividad» para referirse a algo que en realidad es otra cosa.

Por eso, urge empezar a usar términos distintos para dos tipos de rendimiento del trabajo que también son distintos: «productividad» —obtener más en menos tiempo—, y «efectividad» —hacer bien las cosas correctas. En OPTIMA LAB, una red productiva que ayuda a personas y organizaciones a ser más efectivas para lograr sus resultados por medio del aprendizaje basado en la experiencia y nuevas metodologías centradas en las personas, lo tenemos claro desde hace tiempo: utilizamos la palabra «productividad» para referirnos exclusivamente a la mejora de la eficiencia, y la palabra «efectividad» para las ocasiones en las que queremos referimos a la mejora conjunta de la eficiencia y la eficacia, que es lo que verdaderamente determina el rendimiento en el trabajo del conocimiento.

Este cambio no solo evita confusiones, sino que permite enfocar mejor el esfuerzo en el objeto correcto —a saber, los resultados obtenidos, no necesariamente más dinero o más tiempo—, así como fijar mucho mejor las expectativas de lo que se puede y lo que no se puede conseguir. Cuando alguien piensa en la idea de hacer más en menos tiempo, es casi inevitable pensar en resultados económicos; cuando alguien piensa en la idea de hacer bien las cosas correctas, deja la puerta abierta a otras muchas posibilidades. Tal es la potencia de usar las palabras de manera adecuada.

Así que ya lo sabes, si tu trabajo es de naturaleza principalmente manual, puede que necesites mejorar tu productividad. Pero si la materia prima que utilizas para tu trabajo es la información, y no todo lo que haces tiene el mismo valor, entonces lo que necesitas es mejorar tu efectividad. ¿A cuál de los dos grupos de profesionales perteneces?

Foto por Donostia Kultura vía Flickr


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