Revista Sociedad

No negociamos con terroristas

Publicado el 03 febrero 2013 por El Patíbulo

Finalmente, el secuestro de más de 190 rehenes en la argelina planta de gas de Tinguentourine ha terminado. El problema es que lo ha hecho con un desenlace casi digno de videojuego; el balance total de muertos (¿o se dice “bajas”?) parece sacado directamente de un shooter de los noventa. Y es que, ante las primeras informaciones de que una tropa de yihadistas escindidos de Al Qaeda había tomado una planta de gas con nada menos que 190 rehenes, el Ejército argelino (ese gran árbitro de situaciones molestas) decidió solucionarse el problema de la manera más lógica posible: con un bombardeo aéreo al canto. Parece guasa, pero les aseguro que no lo es. Y no se alarmen demasiado; el ejército argelino no bombardeó las plantas de gas propiamente dichas. Faltaría más, eso habría sido una temeridad, algo así como tirar piedras al propio tejado (de hecho, los mismos terroristas pretendían volarlas). Mucho mejor, se decidió a bombardear los coches donde los secuestradores pretendían evacuar a los rehenes hacia sus bases. La solución más prudente para los mediadores más eficaces. Después atacó con infantería, transortándola en helicópteros por si la primera no haciera ya el suficiente ruido. Resultado: entre ejecuciones, pepinazos y tiroteos, más de 37 muertos inocentes, colaterales o como buenamente quiera decirse. Entre ellos, 15 rehenes y secuestradores, todos juntitos y hechos un amasijo de ceniza tras haber encajado el bombardeo de los milicos argelinos. Un último acto digno también de tragedia isabelina del que no se libró ni el apuntador.


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