Saturday, sábado en inglés, deriva de una raíz en latín: Dies Saturni, es decir, [el] Día de Saturno. En español el sábado se llama así porque se toma del hebreo Shabbat. Saturno es el nombre latino que recibió el dios griego Chronos, el guardián del tiempo.
Recibió este peculiar mote debido a que los romanos lo vincularon como el último de los siete objetos celestes visibles a simple vista ( el que luego pasaría a ser conocido como el planeta Saturno) y, dado que el periodo reproducible observable en el cielo del astro es de unos treinta años, fácilmente fue relacionado como el Padre-Guardián del Tiempo ya que ningún otro objeto registrado, en esos entonces, contaba con un mayor periodo observable.
Parece una frase extraída de algún libro tibetano, pero no, es una de las joyas sapienciales del Antiguo Testamento cristiano (Eclesiastés 3, 1). ¿Y qué quiero decir con ello?
Que todo tiene un momento específico. Si bien mucho de lo que nos pasa o puede llegar a pasar depende enteramente de nosotros -y de nuestro esfuerzo-, otras muchas de las cosas, la mayoría a veces, penden enteramente del tiempo, de algún dios ( en el que creamos), de la casualidad o el destino. En pocas palabras, depende de factores externos a nosotros.
Muchas veces nos desesperamos porque algo no llega o no sucede cómo o en el momento que teníamos planeado. Otras veces anhelamos tanto que pase algo y, o nunca pasa, o cuando sucede, el evento pasa de largo porque estamos enfermos, no " tenemos tiempo" o ya no estamos dónde deberíamos haber estado.
Chronos, como dije al inicio, ( y de quién se derivan las palabras cronómetro, cronología) era para los antiguos el custodio del tiempo, y ellos, como los romanos con sus Saturnalias, sabían y comprendían que se debían a otros - seres- para que controlaran lo incontrolable. Lo único, que aún hoy en día, no podemos tener como especie a nuestros pies: el paso inevitable de los años.
Y aquí erramos mucho. Nos hemos creído en vigilantes, custodios y gobernantes de nuestro tiempo. Vivimos, y caminos día a día, con la certeza de que al día siguiente despertaremos, de que en un año podremos conocer París o de que en diez terminaremos de pagar nuestra casa. Pero se nos olvida algo: dependemos de muchísimos factores externos, sobre todo del tiempo en sí, para hacer lo que queremos.
Con esto no quiero decir que no se debe de planear nada , o que debemos de vivir con pesimismo. El punto va más allá. Debemos de planear, sí, y tener objetivos, pero . vivir día a día con la fuerza e ímpetu como si fuera el último
No planear es divertido, suelen pasar cosas fantásticas (Es necesario tener un " ya he hablado de antes de ello) y, muchas veces, lo mejor de la vida sucede así. Sí, es importante trazarte metas y objetivos. sentido" en tu vida, que te lo da lo que quieres lograr o a dónde quieres llegar, pero, sin duda, es vital saborear la vida trago a trago, es decir, día a día.
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