Revista Cultura y Ocio

¡No quiero un príncipe azul y paso de besar sapos!

Publicado el 20 octubre 2014 por Águeda Lorena García González @aguedlgg

princesas besando sapos

Esperan que seas una mujer inteligente, que te valgas por ti misma, que seas autosuficiente, emocionalmente independiente,  …Y ESO ¿QUÉ ES LO QUE ES?

Habrá que preguntarse si los que esperan eso de ti, han contribuido para que seas así o si por el contrario han fomentado que te sientas infeliz o disgustada por no encontrar a estas alturas al famoso “príncipe azul” que se supone que vendrá en su blanco corcel y te llevará en volandas.

 Fíjate si se esforzaron por que fueras independiente, que en las primeras navidades te regalan una Barbie “convenientemente” acompañada de su “novio “ Ken ¡para que no se sienta sola! (ahí vemos un ejemplo de independencia en toda regla) 

Y tú que mirabas a la “rubita” de arriba a bajo con su magnífico vestido de lentejuelas y pensabas: Joder, si hasta la Barbie tiene novio y yo aquí con “treinta y tantos” voy a quedarme para vestir santos…

Esa muñeca de cuerpo escultural, de sonrisa perfecta y con más curvas que un mapa de carreteras, Uff! ¡¡¡Esa muñeca creó traumas hasta a la más segura de todas las féminas!!!!

Ni hablemos de los consejos amorosos de tu madre a esas edades, eran para flipar que me tiré años buscando a los “bebés” colgando en los picos de las cigüeñas y me di cuenta de que algo fallaba cuando las cigüeñas emigraban pero los bebés seguían llegando a mi pueblo por mucho frio que allí hiciera…¡joder mamá que vergüenza!

O cuando tú llorabas por aquel que no paraba de meterse contigo, que te tiraba del pelo, que intentaba subirte falda y no paraba de vacilarte delante de toda la “panda” y tu madre (que no sé de donde sacaba semejante chorrada…supongo que de su madre, que todo se pega) te decía que era porque el niño en cuestión estaba “loco por ti” pero no sabía como llamar tu atención…y tú mirabas a tu madre con cara de “¿que me estás contando?” y pensabas: ¿Pues vaya mierda no? Si esto lo hace por que le gusto la que me espera el día que me pille manía ¡me va a faltar campo para correr!

Si es que el amor infantil era difícil aún cuando no teníamos conocimientos de “pillería avanzada”.

 Con el tiempo te das cuenta de que lo del “príncipe azul” es igualito a la historia de la cigüeña, un “cuento chino” (me pregunto si la literatura china es una milonga pues no entiendo la expresión…porque El Quijote es de un realismo que no veas….) Miraba y remiraba por todo el patio, pero el caballo blanco no lo veía yo por ningún lado y lo más cerca que estaba algún chaval de ser un príncipe era cuando se ponía el “babi” al cuello estilo “Superman” y correteaba de un lado para otro luciendo su capa y gritando a pleno pulmón: “chincha rabiña”

 Lógicamente tú le haces caso a tu madre y esperas y de paso “desesperas”…, ¿como no vas a esperar? Acaso ¿hay alguien más digno de tu amor que un miembro de la familia real? Pues no, claro que no. Y ese trauma infantil te persigue y tu búsqueda incansable del hombre perfecto se convierte en una búsqueda más complicada que la que hizo Indiana Jones cuando buscaba del “Santo Grial”.

 Con semejantes traumas infantiles (la culpa es de los padres, que nos venden más humo que el canal de teletienda) ahora esperan que de un día para otro nosotras no queremos ser princesas, que nos volvamos independientes, poco románticas y que aceptemos que la vida es como es y que no existen ni “príncipes azules” ni vienen montados en un blanco corcel.

Años interiorizando ese pensamiento amoroso ¿para qué? Para tener que tirarnos 10 años leyendo libros de “autoayuda” y haciéndonos fans de Paulo Coelho”.La culpa la tiene Walt Disney por tanta película de princesas…

 Y es que la experiencia en desengaños, en rupturas, en infidelidades… nos va demostrando a todos que los príncipes no existen, además te ves a ti misma después de treinta y tantos y ni siquiera te imaginas de princesa, con lo cual…¿porqué esperar un príncipe? ¿Acaso tú sigues vistiendo de princesa? (perfectamente arregladas, maquilladas, a la moda y con un curso de protocolo que ni Letizia Ortiz cuando era reportera).

Visto lo visto a mis hijas les regalaré una Tortuga Ninja y les diré que aunque no es bueno conformarse con lacayos, tampoco es bueno creer en las cigüeñas… pues me imagino que los traumas de la infancia acaban dejando secuelas…que no, que como mucho sapos y aún así, “hay que besar muchos sapos hasta encontrar a uno que se convierta en príncipe”.

 


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