Revista Cultura y Ocio

No se puede ir contra la evidencia

Publicado el 08 noviembre 2016 por Wig

NO SE PUEDE IR CONTRA LA EVIDENCIA

Cuando la evidencia es clara, resistirse a ella, obviarla o intentar cambiarla, es infructuoso. De igual manera, cuanto antes se acepte ésta como tal, antes se podrá a empezar a compensar los perjuicios y beneficios que conlleva, puesto que toda evidencia contiene pros y contras. Y vale para cualquier proposición cuyo desenlace lleve a una evidencia. Eso es lógica. Sin embargo, en cuestiones sociales y emocionales, el ser humano no trata a la evidencia con lógica, sino con miedo, negatividad y violencia si llegara el caso. Todo junto termina en un odio intrínseco, en sinrazón, que de perdurar en el tiempo acaba siendo transmitido de padres a hijos, y a los hijos de estos si llegara el caso. Así, generaciones enteras se han guiado a lo largo de la Historia por un visceral comportamiento de odio hacia aquellos cambios que han alterado la tan preciada monotonía de la tradición y las costumbres sociales de un grupo social determinado. Pero el mundo gira irrefrenablemente hacia el futuro. Podremos culpar a quien queramos de todo ello, y buscar las justificaciones más peregrinas que queramos, pero la evidencia siempre termina imponiéndose a no ser que sea admitida en su debido tiempo y sea integrada a pesar de sus inconvenientes (puesto que los beneficios sí que somos capaces a asumirlos como especie cínica que somos), cosa que socialmente hablando rara vez ocurre sin un paso por la resistencia pertinaz, incluso violenta, de los sectores más conservadores ante el miedo social colectivo al cambio inherente que trae el paso del tiempo. Éste último es uno de los grandes aliados de la evidencia. El tiempo dicen que lo deteriora todo, lo corroe, según los más pesismista, al contrario del lema más optimista de "el tiempo pone todo en su lugar tarde o temprano". Yo soy irónicamente de momentos, unas veces me conviene que el tiempo sea corrosivo, o otras que ponga las cosas en su sitio. Así me llevo bien. Y por supuesto, ante la evidencia, si ésta no es conveniente, me revuelvo sobre mis tripas contra la mismísima y puñetera evidencia. Pues somos, a la postre, animales de intereses sociales complejos.


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