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No seáis tan torpes como yo.

Publicado el 12 febrero 2014 por Elprofedice

Hace unos meses me encontraba imitando torpemente a Paco, un profesor de mi infancia. Quería convertirme en una persona especial para mis alumnos, intentaba ser ese profesor que nunca olvidas y del que algún día dices que fue el mejor de tu vida. Mi torpeza me llevó a intentar leer como él, e incluso a escoger el mismo libro que nos leyó a mí y a mis compañeros de clase cuando teníamos ocho años: ”Fray Perico y su borrico”.

Obviamente, y muy a mi pesar, mis alumnos no me siguieron con la misma atención. El libro estaba alejado del contexto actual y de su edad, cuatro años más que cuando yo lo escuché. A eso le añadí mi nula habilidad para cambiar el tono de voz con cada personaje e imitar los sonidos de los animales de la historia, el fracaso estaba garantizado… Me salió peor que cuando intenté ganar un pavo para Navidad contando un chiste en la televisión nacional peruana.

Hay pocos profesores tan peculiares como Paco. Él nunca se volvió loco con las programaciones, sino con los niños. Los exámenes tampoco le hacían perder el tiempo, sabía que es más importante ser feliz para aprender, que tener que aprender para ser feliz. Nunca olvidaré el día en que todos llevamos un animal a clase. En aquella ocasión se inventó que sería una buena excusa el día de San Antón, patrón de los animales, para poder hacer algo diferente sin generar sospechas. Qué curioso, una lección que veintiocho años después sigo recordando, algo por lo que deberían haberle pagado un bonus, tuvo que hacerse buscando una justificación en el santoral para evitar ser tachado de extravagante.

Fue genial, como en mi casa no teníamos animales de compañía, yo llevé un cangrejo que mi madre compró en la pescadería. Cada niño llevó un animal a clase, ¡¡y eso con cuarenta niños en el aula!! Las familias se involucraron y buscaron animales de todo tipo. Había perros, gatos, peces, hámsters, periquitos, conejos, gallinas, perdices… fue una locura que recordaré toda mi vida y de la que aprendí muchísimas cosas. No me aficioné a la lectura ni a los animales gracias a aquello, pero sí me transmitió la pasión con que él vivía lo que hacía.

¿Y qué hay más importante que vivir con pasión, qué más importante que llorar de emoción con aquello que te hace feliz, qué más importante que entregarse a los demás sin esperar nada a cambio, qué más importante que amar a los más débiles, qué más importante que ser capaz de divertirse con el ignorante, que más importante que aprender que ser diferente no implica necesariamente ser raro, o qué mas importante que aprender que con un poco de picardía se pueden saltar muchas zancadillas?

Recuerdo cómo le pedíamos a gritos que nos leyera otro poco más. Yo quería ganar el pavo de Navidad y que mis alumnos disfrutasen tanto como lo hice yo cuando Paco nos leía, pero en ambos casos faltó algo esencial que recientemente he descubierto gracias a un compañero de colegio de la infancia. El hermano de Paco, después de que éste falleciera, encontró en su casa unos apuntes escritos a mano con los trucos que le hicieron ser un auténtico maestro de la lectura. Son una serie de reflexiones sobre cómo enseñar a leer (pinchar aquí para verlo). Así de sencillo, no hace falta más que pararse a pensar y disfrutar con lo que haces. Porque es mucho más importante querer que valer, tener una buena disposición que el mayor de los talentos. Porque es mucho más valiosa una persona que se para a pensar cómo hacer bien las cosas que el que simplemente intenta hacerlas bien. Porque la introversión está ligada a la genialidad.

Ojalá hubiera tenido muchos más profesores como él, pero sobre todo, ojalá de una vez por todas empiece a premiarse al profesor-científico, al que experimenta con los niños en vez de copiar lo que hicieron con él de pequeño. Nadie sabe cómo será el futuro, así que la mejor forma de preparar a alguien para lo desconocido es haciendo pruebas razonadas. Que profesores como Paco sirvan de ejemplo para hacer que perdamos el miedo a lo desconocido y nos atrevamos a mirar para adelante en vez de dar la vuelta constantemente hacia el pasado. Que profesores como Paco nos enseñen a ser lo suficientemente inteligentes como para engañar a los que no se atreven a explorar. Y que la vida de Paco sirva para que nos tomemos las cosas con un poco más de sentido del humor y no olvidemos que lo más importante de todo es QUERERNOS!! Yo tardé muchos años en darme cuenta de lo bueno que él era, no seáis tan torpes como yo.

Gracias, Paco!!!


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