Revista Ciencia

No, señor Bergoglio, no es normal esperar un puñetazo tras un insulto

Publicado el 18 enero 2015 por José Luis Ferreira

No, señor Bergoglio, no es normal esperar un puñetazo tras un insulto
Eso ha dicho el Jefe de Estado del Vaticano, Papa para los católicos.

"Si el doctor Gasbarri dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!"

¿Es eso cierto? ¿Qué consecuencias se extraen si lo es?
1. No es cierto en general. La gran mayoría de las veces, tras la burla no hay violencia. Lo normal es que no se responda con un puñetazo. Solamente en circunstancias muy particulares ocurrirá: por ejemplo, si la burla es cara a cara y hay animadversión personal, aunque la respuesta violenta ocurriera en una minoría de casos, podría entenderse que entra dentro de lo normal.
2. Por normal ha de entenderse, únicamente, que sea una regularidad observable.
3. Cuando ocurre, lo que corresponde es señalar la culpa del agresor, por antipático que sea el que insulta, y no señalar la normalidad de la agresión. Lo primero ayudará a hacer que esa respuesta sea cada vez menos normal. Lo segundo, no, y tiene el efecto secundario de confundirse fácilmente con una justificación.
4. Señalar y castigar la agresión es lo que históricamente se ha ido haciendo en las sociedades cada vez más avanzadas y libres. Dejamos de reconocer el derecho a tomarse la justicia por la mano, dejamos de tolerar los crímenes pasionales, desarrollamos la libertad de expresión y dejamos de castigar palabras como si fueran crímenes. Las excepciones son la difamación y la incitación al odio. Es es lo normal en los países con Estado de Derecho y sociedades abiertas.
5. Señalar la normalidad supone estar fuera de lo anterior. No sé si lo estará el Vaticano. Desde luego, lo están los fanáticos. ¿A qué estado de cosas le atribuye el Papa la normalidad de la reacción?
6. Tal vez el Papa quiera señalar que es normal entre fanáticos y quiera prevenirnos de ello. Pero lo que dice el Papa es que hay que limitar la libertad de expresión para no aceptar burlas a las religiones:

"Hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás ... Yo no puedo burlarme de ella. Y este es límite. Puse este ejemplo del límite para decir que en la libertad de expresión hay límites como en el ejemplo de mi mamá."

Esta solución implica que las sociedades democráticas acepten la normalidad de la reacción fanática y nos llevará en la dirección contraria. Lo que hay que hacer es reducir espacio de normalidad a los fanáticos.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------Hace tres años en el blog: La economía de la discriminación (10).
Hace cinco años en el blog: Lo confieso: soy vegetariano.-----------------------------------------------------------------------------------------------------------


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