Revista Ciencia

No solo de campo vive el geólogo

Publicado el 27 marzo 2014 por Oscar Ercilla Herrero @geologoentuvida

Los geólogos somos animalitos de campo. Poco podemos envidiar a las cabras, danzando alegremente entre las montañas, dando saltitos como si fuéramos Heidi y Pedro en busca de Clara y Blanquita para regresar a la casa del abuelo entonando un canto tirolés.
Después de esta breve ensoñación a los 80 y principios de los 90 (suspiro profundo) no solo de campo vive el geólogo y muchas veces nos toca recluirnos en nuestros oscuros laboratorios, poblados de rocas, minerales y fósiles de ammonites (siempre hay ammonites). Pobre de aquel que entre pidiendo una piedra para sujetar una puerta. Es posible que surja el kraken que todo geólogo lleva dentro.
En esas jornadas de gabinete, además de sufrir el consabido mono de quiero respirar aire cargado de polen, ver mierda de animales y asarme de calor, con la consiguiente deshidratación y las oportunas hipótesis que pueden llevar a ninguna parte, se realiza un importante trabajo.
MicroscopioEntre todas las labores se encuentra la de realizar descripciones petrográficas y para ello se necesitan dos cosas. Una son las muestras en lámina delgada o pulida (que ya he explicado con anterioridad) y la otra es un microscopio, pero uno algo especial.
El microscopio que utiliza un geólogo es casi como uno que puede encontrarse en cualquier laboratorio, con su visor, sus objetivos, una platina para poner la muestra y una fuente de luz. Esa es la configuración básica de cualquiera de ellos, pero el microscopio petrográfico, que es así como se llama, lleva una serie de extras para poder identificar los minerales.
El componente principal son los nícoles. Estos son dos, uno situado entregafas_filtro_polarizador la fuente de luz y la muestra y el segundo entre el visor y los objetivos. Su función no es otra que la de actuar como filtros de la luz de una manera muy específica.
Para saber cómo funcionan hay que imaginar un tubo y una fuente de luz que cubra por completo el agujero. Si encendemos la luz, la hacemos atravesar por el tubo y si la proyectamos en una pared tenemos un círculo de luz. Como la luz es una onda-corpúsculo, es decir, es onda y materia a la vez, lo que muestra nuestra proyección es cómo se comporta la luz en realidad, como ondas que vibran en todos los ángulos posibles. Si al final del tubo colocamos un papel en el que hemos hecho una abertura lineal, la proyección cambiaría de un círculo a tan solo una línea, o lo que es lo mismo, hemos aislado un solo frente de onda. Eso es lo que hace un nícol. El segundo es como otra hoja de papel con el mismo corte, pero este se sitúa perpendicular al anterior y lo que se conseguirá de este modo es evitar que la onda pueda pasar y se creará la oscuridad. Si estuviera ligeramente inclinado podría pasar algo de luz, pero no toda. Es lo mismo que pasa con los cristales polarizados de algunas gafas de sol y por eso son tan buenos filtrantes de la luz y un buen método para saber si os están timando cuando compráis unas.
Como los minerales son cristales al pasar la onda de luz filtrada a través de su estructura esta se girará y ya podrá atravesar el segundo nicol situado más arriba. Esto es una de las características básicas de los minerales y la herramienta principal de su identificación, ya que su comportamiento básico con la luz los hace únicos.
Pero también el modo en el que la luz llega a la muestra es importante. Se pueden estudiar láminas delgadas, el método más habitual, pero hay otros minerales que solo se pueden estudiar por muestras pulidas, como son la mayor parte de los minerales metálicos. Con las láminas delgadas la luz atraviesa la lámina (luz transmitida) como lo hace cualquier microscopio óptico. Para las muestras pulidas la luz es reflejada, llega a la superficie de la muestra y esta es reflejada. En cualquiera de los dos métodos la luz es filtrada por los nicoles o filtros polarizados.
Un tercer elemento es la lente de Bertrand. Esta se sitúa entre el nícol y el objetivo, y su función es la de poder visualizar la figura de interferencia. Este aspecto es fundamental cuando se tiene dudas sobre minerales que tienen características similares y que pueden encontrarse en la roca que estamos estudiando, permitiendo diferenciar entre dos grupos: los uniáxicos, que crecen siguiendo los sistemas cristalinos hexagonal, trigonal y tetragonal, y los biáxicos, que crecen en los sistemas cristalinos monoclínico, triclínico y rómbico.
Ver el color, el pleocroísmo, el ángulo de extinción, las maclas, las líneas de pulido, el relieve, los colores de interferencia. Muchos aspectos diferentes que nos permiten diferenciar minerales y que sirven para clasificar y determinar orígenes de las rocas y su larga historia hasta nuestras manos. Un trabajo de laboratorio que nos hace llevar mejor el mono a algunos. Nuestra metadona.


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