Revista Coaching

No sufras tanto

Por María Jesús

NO SUFRAS TANTOEl ver la vida como un desafío  y  con cierta lejanía, como si fuera una obra de teatro, ayuda mucho a superar las pruebas que a veces se nos presentan. La desidentificación es una gran ayuda. También lo es el sentido del humor. A veces las cosas que nos pasan nos pueden parecer tan injustas o dolorosas que se convierten en absurdas y el reírnos de ellas enseguida les quita esa envoltura trágica que nosotros le  ponemos.
La vida es evolución y como pasa con cualquier deporte hace falta un entrenamiento. Podemos convertir la vida en un embalse de agua estancada pero entonces no estaremos vivos.  En la vida se nos plantean una serie de pruebas, si vamos pasando por ellas, luego habrá otras y así sucesivamente.  Si no queremos problemas ni cambios de ningún tipo deberíamos plantearnos para que estamos aquí. No digo yo que uno no desee de vez en cuando un poco de tranquilidad, pero si nos sentimos agobiados, tendremos que reflexionar sobre dónde está la verdadera paz. Jesús dijo que El nos daba la paz, pero no la paz del mundo. También dijo que su yugo es suave y su carga ligera. El suyo, no el del mundo. El mundo solo nos puede dar sufrimiento porque está dominado por el demonio. Así que si ponemos nuestras esperanzas en los bienes materiales, tarde o temprano nos veremos desengañados. Si ponemos nuestra confianza en las personas que nos rodean tarde o temprano seremos traicionados. Si creemos que lo tenemos todo controlado llegaremos al descontrol total. Si pensamos que somos dueños de nuestra salud, enfermaremos. Si nos sentimos señores de la creación pronto nos daremos cuenta que somos parte de la creación y tan vulnerables como todas las demás criaturas. Si hacemos sufrir a los demás, sufriremos. Cuanto antes descubramos que solo Dios puede amarnos incondicionalmente y darnos la seguridad que buscamos, antes dejaremos de sufrir. Buscamos la felicidad por el camino equivocado y las pruebas de la vida una y otra vez tratan de enderezar nuestro camino. Pero el hombre, siempre obstinado, vuelve a desviarse una y otra vez. Está empeñado en ser desgraciado y hacer desgraciado a los demás. Pero la vida nos ofrece muchas oportunidades. Siempre hay una señal que nos indica el verdadero camino. Nos perdemos una y otra vez, pero la señal vuelve a aparecer. Asumiendo el dolor y madurando aprenderemos a sufrir cada vez menos. La vida nos enseña a amar y a ser felices. Por eso tenemos que perder el miedo a vivir intensamente. Las dificultades de la vida a veces nos retraen y nos hacen caer en el inmovilismo. El miedo a sufrir nos impide vivir y ser felices. Pero lo que más sufrimiento produce es el miedo y la única forma de superar el miedo es actuar. Cuando actuamos los miedos imaginarios desaparecen y la vida se convierte en una aventura. La felicidad no es la ausencia de dificultades, es tener la madurez necesaria para afrontarlas. 

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