Revista Cultura y Ocio

No tengo días Bucay, no tengo días Coelho

Por Calvodemora

No tengo días Bucay, no tengo días Coelho.
Hoy llevo un día Tom Waits, ustedes me entienden. Uno de esos días de lija en la voz y de llover sin parar como si jamás hubiese hecho otra cosa el mundo que ver llover o en los que solo apetece leer sin que nada te estorbe. Días de cine negro en un buen sillón mientras afuera llueve y la tarde se resuelve inútil para convocar la luz y el esplendor de las sombras. Días de una orfandad admirable en los que parece acabarse el mundo. Luego se va Tom Waits de la cabeza y aprecia uno la ceremonia de la belleza, buscando un lugar en donde mostrarse. Pasa como con Kafka. Hay días Kafka. Días con un dolor de cabeza debajo del brazo. No sé hasta dónde prefiero los unos a los otros o si no conviene ninguno. Hay en estos días algo hermoso, no obstante. De una belleza a la que no sabría comparar con otra. No hay ninguna canjeable. Cada una posee un rango único, inargumentable quizá. Sigue lloviendo, aunque no sea Georgia, ustedes me entienden. Días que tienen que pasar pronto. Un cierto tipo de error en el calendario. Tengo fe en el error. Creo en lo que me aporta, en la verdad que encierra, en toda la evidencia absoluta de su criterio en el mío. A ver si deja de llover y no me da por pensar en Waits o en Kafka. No tengo días Bucay, no tengo días Coelho. La dulce melancolía, como dice un amigo. El veneno formidable.  No parece que vaya a salir el sol. Voy a poner a Charles Mingus. Nada como Mingus si llueve. 


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