Revista Tendencias

No vuelvas

Publicado el 11 noviembre 2019 por Claudia_paperblog

Ayer me sentía eufórica y hoy no tengo energía ni para respirar; solo querría ahogarme en el mar, desaparecer de aquí e ir a un lugar donde nadie me reconociese, donde nadie me dijera que sigo igual después de cuatro años. Me duele la cabeza los días en que no salgo de casa. No piso la calle hasta las seis de la tarde, cuando ya es de noche, aunque no acaba de ser noche cerrada. El cielo está de un azul eléctrico, dentro de poco se volverá negro. Y la luna. La luna está enorme y brilla mucho, ha salido hace poco. Le señalo este detalle en cuanto pisamos la calle.

No sé qué decir, estoy muy triste y el motivo, en parte, es porque se va y no se queda conmigo. En parte también es por la cantidad de cosas que tengo en la cabeza, por los recuerdos que me atormentan cuando se cierra una etapa, se cambia de estación, siento que me vuelvo mayor o algo se acaba. O cuando algo o alguien inesperado aparece de nuevo, y vuelve sin gorra pero con la misma sonrisa.

No sé bien bien de qué hablarle, me siento mal y necesitaría un abrazo. Salen los temas de siempre, aunque esta vez es él quien guía la conversación. Me habla del viernes, de lo bien que nos lo pasamos en aquella fiesta. Le contesto sin muchas ganas y no sé si nota que estoy rara; a él también le pasa algo. Mi mente está pensando, mientras tanto, en una botella de cerveza en la mano, en risas, sonrisas, noches de verano, reproches, nostalgia, bromas, pruebas, ver el amanecer en la Barceloneta, en aquellos italianos con los que nos bañamos mi amiga y yo, gente que cruzaría un desierto por ti y, aun así, tú les seguirías diciendo que eso no es suficiente.

También pienso en el rechazo y mi miedo a él. Luego en otra gente, que no movería un dedo por ti haciéndote creer lo contrario y a quienes tú seguirías admirando, valorando o incluso amando.

Más tarde, estamos en la habitación y él me dice que no sabe por qué, pero que tiene ganas de llorar. Le digo que llore, que le sentará bien. Y mientras le tengo en mis brazos, yo también lloro y las lágrimas caen sobre su fuente. Me dice que no sabe por qué llora, que esa sensación que tiene es la misma que ha vivido todas las veces que ha perdido algo, que ha llegado a un país nuevo sin saber qué dirección tomar, cuando ha dejado atrás la vida en su país. Entonces pienso que quizá su subconsciente sabe que me perderá, o que nos perderemos, y eso es lo que más pena me da, porque yo no quiero perderle nunca.

No vuelvas


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