Noche de Halloween con Stephen King

Para una noche terrorífica, os quería recomendar dos lecturas terroríficas.
De los clásicos es fácil tirar y los nombre de Poe o Lovecraft están cosidos a nuestros cerebros cuando se trata de nombrar a autores que bordaron el género del terror. Hay que leerlos. Es mandatory para todos los que quieran erizar sus pelos.
Sin embargo, permitidme que le dedique la próxima noche de Halloween a Stephen King, un autor criticado por muchos por ser demasiado prolífico y moverse como nadie en la industria del best-seller, pero que a mí me ha llegado a generar una angustia comparada con la que esperaba al abrir un libro suyo. No hablo de sus libros de ahora, no tengo ni idea de lo que está haciendo, hablo de las novelas que cayeron en mis manos durante el instituto, en esa época en la que irremediablemente buscábamos que nos asustasen.
La primera que os recomiendo es Carrie, por su atmósfera tremendamente asfixiante y una protagonista que en realidad poco tiene que ver con Sissy Spacek. La oscura y agobiante casa en la que la adolescente convive con su madre, es mucho más impactante que la imagen que todos tenemos en la retina de una chica cubierta con sangre de cerdo. Todavía conservo en mi memoria las imágenes que me formé de la casa según las descripciones de King.
La segunda es Misery, también con adaptación cinematográfica impresionante. Creo que pocas actrices podrían haber encarnado tan bien la historia de una obsesión como Kathy Bates. Si habéis visto la película, puede que el libro pierda un poco su fuerza, porque la angustia llega a su límite cuando ves que no hay manera de abandonar una acogedora casa en un bello páramo. Yo la leí antes de ver la película y, sólo con la lectura, ya me dolían los tobillos.
A la lista anadiría otras, como El resplandor o El fugitivo. Así que puede que no todos los libros de Stephen King mantengan la misma calidad (tampoco he leído tantos) pero para mí, con sólo un puñadito, me ha valido para catalogarlo dentro de los autores capaces de quitarme el sueño.
Eso sí, siempre con el permiso de Poe.