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NORTEADO (Rigoberto Perezcano, 2009)

Publicado el 13 marzo 2017 por Julia
NORTEADO (Rigoberto Perezcano, 2009)
Antes de ser eclipsado por el narcotráfico el gran tema que solía poner a México en la mira del mundo era la frontera que comparte con los Estados Unidos: inmigración ilegal, corrupción, tráfico de todo tipo, viejos reclamos territoriales; mucho de los problemas más álgidos de México se condensan en ese largo muro de chapa acanalada que aparece una y otra vez en las imágenes de Norteado, la opera prima de Rigoberto Perezcano que vamos a ver esta noche en Primer Plano en este mes dedicado al nuevo cine mexicano.Aquí la frontera es un personaje más, casi la protagonista omnipresente de esta historia que empieza cuando un joven mexicano (Andrés García) cruza todo el país, de Guajaca hasta Tijuana, convencido de que los tres mil quinientos dólares que ha pagado le permitirán cruzar la frontera de baja California y cumplir su sueño: juntar dinero en Estados Unido y volver luego a México a buscar a su mujer y sus dos hijos. El plan, en rigor, no es más que una estafa. García es abandonado a su suerte en el desierto y luego fichado por la policía migratoria norteamericana. Sin dinero queda varado en Tijuana al acecho de la primera chance de cruzar que se le presente. Como suele pasar es en los tiempos muertos de la espera donde suceden las cosas. García empieza a trabajar en un almacén y entra en contacto con dos mujeres (Ela, la dueña del lugar y Catalina, su empleada) que le dan asilo o ayuda y terminan encariñándose con él. Hay mucho en común entre los tres: el pudor, la reticencia, la cerveza, los mariachis y sobre todo la obsesión de la frontera; García quiere cruzarla a toda costa, Ela y Catalina, que los hombres que las abandonaron por cruzarla vuelvan, algún día, a buscarlas.Norteado es una película seca, que habla poco, en voz baja y confía (como sus personajes) en la fuerza de lo no dicho, lo que se desliza entre las palabras. Contra los melodramas vociferantes de González Iñarritu, Prezcano apuesta por un relato sutil, engañosamente modesto, que retrata muy bien el trance de la inmigración pero también rescata el placer, la víspera de felicidad, que puede surgir a veces de los estados y los lugares más transitorios.
El texto es transcripción de la presentación realizada por Alan Pauls el 26 de Septiembre de 2012 en el marco del ciclo especial sobre Cine de México en Primer Plano I sat:  





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