Nos llaman "generación perdida".

Los jóvenes recorremos tiempos difíciles. Es curioso, nos llaman "generación perdida" y en cambio nunca hubo generación más preparada. No somos la generación perdida. No. Simplemente han hecho que nos perdamos. 
Mi amiga que ha terminado derecho y vive en Londres. Mi primo y su novia que han estudiado Historia y viven en Edimburgo. Y así podría seguir, contando historias, demostrando que sí,  que definitivamente, nos han perdido.
Vivo rodeada de chicos y chicas que ya no sueñan. De chicos y chicas que no sienten que van a trabajar en lo que aman. De chicos y chicas que no tienen claro hacia donde encaminar sus vidas. Lo realmente grave es no soñar. La indecisión a los veintitrés años con tanta vida por delante es lo más normal, pero lo de no soñar...
Con todo esto, sólo puedo sentirme afortunada en exceso. Nunca he sabido por qué yo. Nunca he entendido por qué siempre tuve tan claro lo que quería en mi vida y por qué para mí este regalo.
"No hagas Medicina, son diez años estudiando para un trabajo incierto".
"No entres en Medicina, va a ser demasiado".
"Haz enfermería, con el mismo futuro incierto pero menos años".
"Te vas a volver loca".
"Vas a tener una vida dentro de un hospital, piénsalo bien".
"Cuando puedas tener un contrato como médico especialista de área tendrás más de treinta años, valóralo".
"¿Once años para ir al paro al paso que vamos? ¿Estás bien de la cabeza?"
"¿Cuántos años me has dicho que son?"
"¿Cuántas guardias tienes al mes?"
"¿Es verdad que te juegas tu futuro en un examen?"
" ¿En serio vas a estudiar seis años aún sabiendo que puede no darte la nota para elegir la especialidad?".
Para todos ellos: lo siento. Sí. Dije "voy a hacer Medicina" a los dieciséis años. Y lo hice. Voy a estudiar prácticamente toda la vida. Y lo sé. Es jodido. Y lo sé.
Termino en un par de meses, y a veces pienso en que, a lo mejor algún día, si la situación mejora, voy a trabajar en algo que llevo soñando toda mi vida y mis ojos se nublan. De felicidad.

Nunca hagan algo que les haga infelices. Siempre hay tiempo para cambiar. Tenemos una sola vida y mientras sigamos soñando, no estaremos perdidos.