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Nos vemos mejor de lo que somos

Publicado el 18 marzo 2013 por Carolus @n_maquiavelo

Tenemos una imagen que comprende aquello que somos física y psíquicamente, que los demás ven y que nosotros conocemos perfectamente. ¿O no?


"Conócete a ti mismo” era la recomendación que Sócrates daba a sus discípulos. La idea del filósofo griego era que sólo a partir de ahí se podía llegar a la sabiduría. El problema es que, según recientes investigaciones, eso de conocerse a uno mismo no es tan sencillo.

Nos vemos mejor de lo que somos

Nos vemos mejor de lo que somos

Cuando hablamos de lo que somos, nos referimos al conjunto de características físicas y psíquicas que hacen que cada uno de nosotros sea único y diferente. Pero, ¿somos capaces de vernos como somos realmente? La respuesta es que no. La mayoría de la gente “normal” –aquellos que no sufren patologías graves en la percepción de su imagen– se ve mejor de lo que es. “Nos vemos como si nos miráramos a través de gafas con cristales rosa”, asegura el profesor de Psicología de la Personalidad de la Complutense, Jesús Sanz. Según Sanz, “cuando se les pide a las personas que se describan con diversos adjetivos positivos y negativos, la mayoría suele usar más los primeros que los segundos. Alrededor de un 70% de positivos contra sólo un 30% de negativos”.
En esa apreciación coinciden los expertos que trabajan con la percepción de la imagen. El cirujano plástico Javier de Benito defiende esa misma opinión: “Si no tuviéramos fotos de cuando éramos jóvenes, creeríamos que estamos igual. Y lo cierto es que tenemos menos pelo, más arrugas... Es una ventaja de nuestra memoria: tendemos a olvidar aquello que no nos hace muy felices”.
Pero no es la memoria lo único que nos crea una imagen distorsionada de nosotros mismos. Para empezar, es físicamente imposible tener una imagen real de nuestro propio cuerpo. Las opciones para vernos son el espejo, las fotografías y las películas. En esos casos, la imagen es plana y no tridimensional. Además, en el espejo, que es el que habitualmente nos refleja, aparece invertida. Ni nos vemos como somos ni como nos ven los demás. Eso que ocurre con la imagen física sucede también con la voz. ¿Por qué cuando oímos nuestra voz grabada no la reconocemos? Primero, porque nuestra voz la oímos desde fuera, ya que nuestros oídos la recogen, pero también desde dentro, a causa de la resonancia interna. Y cuando la oímos grabada ocurre como con el espejo, el sonido grabado pierde frecuencias: no es exactamente igual al real.
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