Revista Opinión

Nosotros

Publicado el 07 septiembre 2014 por Charlipap @charlipap

Me he sentado esta noche en el balcón, para ver la formidable tormenta eléctrica que se cernía sobre Pamplona. Es un espectáculo impresionante. Sobre todo si lo ves con el contraste que ofrece la luna, en el otro lado, al oeste, brillando en cuarto creciente, casi llena. En fin, que tenía el cielo dividido, la mitad con un montón de nubes que se iluminaban intermitentemente, y la otra mitad, casi sin nubes, con una luna maravillosa.
Y esto me ha llevado a pensar en nosotros, en nuestra pequeñez.

Nos asombran las cosas grandes, pero no sé si es por bonitas o por grandes. Nos sorprendemos con las cosas pequeñas, pero no sé si es por bonitas o por pequeñas. Todo lo que se sale de nuestra normalidad nos resulta admirable. Pero existe incluso antes que nosotros. Nos sorprendemos por causa de nuestra ignorancia, de nuestra falta de relatividad, por nuestra autosatisfacción y conformismo. Creemos que lo controlamos todo, y solo controlamos nuestros esfínteres, y no siempre.

No somos capaces de darnos cuenta de que somos una trillonésima, o menos, parte, de algo enorme que no controlamos. De que estamos de paso y que somos efímeros. Una mosca, en nuestra vida, vive mucho comparado con nuestra existencia en el universo.

Y ésto estrecha el paréntesis, el nacimiento y la muerte. Poco tiempo, del nuestro, y generalmente desperdiciado. Nos volvemos locos llenando nuestra vida de satisfacciones efímeras, de logros materiales que no trascienden al minuto de conseguirlos. Y así nos va. Si el supermercado en el que hemos convertido nuestra sociedad no proporciona las ofertas deseadas nos venimos abajo, el sistema no funciona.

Admiramos los éxitos sociales, y elegimos a las personas que creemos que nos los pueden proporcionar. Y aquí me puedo meter en el gran tema, la educación. Ni lo voy a intentar. Es la madre del cordero. O cambiamos los paradigmas educativos, o no tenemos futuro como personas. Tendremos futuro como organismos vivos, dirigidos, manipulados, anulados en nuestra voluntad, pero cómodamente mantenidos. Pero no vivos completamente, solo en nuestra aspecto físico, y mínimamente en el intelectual. Pero hay otros.

Si mi vida solo está llena de razón, está vacía. Igual que si solo está llena de intuición, o de sentimientos. El equilibrio entre las tres componentes es la clave de una existencia plena. Y nos lo están poniendo muy difícil. La estructura social que hemos creado nos exige dedicar la mayor parte de nuestro tiempo a los aspectos materiales de nuestra vida. Y la satisfacción de las necesidades más intrínsecas del ser humano no se encuentran ahí.

No sé como pasar de ésto. Y me gustaría, pero me siento atrapado. Procuro compensar la obligación con las devociones mas personales y gratificantes, pero me preocupo.

Esperaré ver pasar otra tormenta para acercarme a la verdad.


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