Revista Cultura y Ocio

Notas de cata de noviembre

Publicado el 06 diciembre 2015 por Zazou @biblio_zazou
Noviembre ha sido el mes de las librerías, no solo porque el día 13 se celebrara el Día de las Librerías, sino porque por mis manos han pasado varias historias relacionadas con ellas. Desde los relatos contenidos en la antología “La librería a la vuelta de la esquina”, de la que os hablé al comenzar el mes, hasta las refrescantes confesiones de Petra Hartlieb en “Mi maravillosa librería”, que sirvieron para cerrarlo entre sonrisas (gracias, Rusta, por la recomendación). Entre medias, y dejando a un lado esas lecturas entrecortadas y dispersas que voy tomando y dejando según el humor que tenga, cuatro piezas que, a pesar de lo diferentes, han combinado a la perfección.
Notas de cata de noviembreUNA CHICA EN INVIERNO. Philip Larkin.
Hay una guerra y, en Londres, nieva. Es el invierno de las esperanzas, frías y agotadas. Quizás un recuerdo veraniego de juventud pueda iluminar el desánimo. De algún modo, en algún momento. Quizás.
Caminar de puntillas, con la suavidad de la nieve que comienza a caer, y sin embargo dejar las marcas de las pisadas en medio del blanco, que en realidad nunca ha sido inmaculado. Una bailarina interpretando su ballet. Delicada, silenciosa, armónica; enérgica, elocuente y calculada. La intensidad estética se basa en la precisión. La matemática de la música en la punta de los dedos y explota la magia. Es arte. Es belleza. Es “Una chica en invierno”.
Para maridar con: quienes deseen paladear buenas historias bien contadas.
LOS NIÑOS TONTOS. Ana María Matute.
No son simples cuentos: son pequeñas piezas de artillería, ligeras en mano pero de hondo calado al disparar. Como estiletes que se adentran en silencio entre la carne y no sientes hasta que te han arrancado el aliento. Como perdigones que estallan una vez dentro y se expanden igual que los fuegos de artificio. No hay artificio, sin embargo, en ellos; sí hay mucho silencio, pero del elocuente. Tan breves, tan intensos, tan precisos. Tan demoledores todos estos niños tontos que nos miran, esquemáticos, desde la tersa blancura de la página. Y nos conmocionan.
Junto a los textos, las ilustraciones del pintor José María Prim se funden con ellos como mantequilla sobre pan caliente, de tal modo que, al terminar, casi no se puede concebir uno sin el otro.
Para maridar con: amantes de las exquisiteces mínimas y los bocados intensos, de esos con regusto que se pega al paladar.
SERÁN CENIZAS, MAS TENDRÁN SENTIDO. Antonio Mingote.
Hay momentos en los que un determinado regalo te deja pegada en el sitio, con el objeto en la mano y una sonrisa cortés aunque hierática paralizándote los labios, y te preguntas qué han visto en ti para encajarte ese obsequio del que ya estás deseando deshacerte. En otros, no puedes evitar reírte abiertamente y aceptarlo con el debido reconocimiento a ese rasgo que tan bien han captado. Este segundo caso es el que me trajo este libro, de manos de una amiga, y su comentario: «Fue verlo y pensar en tu humor, tenía que traértelo». Por supuesto.
Con textos de Ignacio Ruiz Quintano, se recogen las viñetas necrológicas que Mingote publicó a lo largo de cincuenta años: la muerte a través del humor, aunque un humor que, más que negro, se viste del blanco luto oriental. Una sonrisa melancólica.
Para maridar con: nostálgicos con sentido del humor.  
EJERCICIOS DE ESTILO. Raymond Queneau.
Es este uno de esos casos de lecturas sobrevenidas por alusiones y pensamientos encadenados, ya sabéis, algo que os recuerda a otra cosa, que a su vez os lleva a otra, y de ahí sigues la estela hasta… un libro, cosa rara. En un momento dado estás hablando de narices y al siguiente has ido a buscar tu viejo ejemplar de estos “ejercicios” de Queneau. Tiene lógica (la tiene, en serio, y una ruta muy corta).
Noventa y nueve formas de contar una misma y sencilla escena. Noventa y nueve voces. Noventa y nueve juegos de teoría y práctica literaria. Todo ello en una esmerada versión castellana de Antonio Fernández Ferrer que ha sido una gozada volver a leer.
Para maridar con: lectores con afición por el juego, literario o no.
Notas de cata de noviembreMI MARAVILLOSA LIBRERÍA. Petra Hartlieb.
Refrescante, dije antes, y mucho. Por la aplastante sinceridad al contar sus experiencias y por el sentido del humor que gasta. No se ahorra los malos tragos, aunque tampoco se recrea en ellos sino que sabe tomar distancia, mostrarlos con un realismo que nada tiene de sentimental; así, el cuadro resultante tiene un colorido completo, sin que nada suene a falso en él. Como dice la (ahora para mí) entrañable Petra, en un momento dado:
«Todo esto no resulta nada glamouroso, y nada tiene que ver con esa idea de “me-gusta-taaaanto-leer-y-siempre-quise-ser-librera”».
Creo que no hay mejor retrato que el que revela una pasión, con su entusiasmo y sus frustraciones, con la manera de vivirla y, muchas veces, sobrevivirla. En este sentido, es este un vivísimo retrato de Hartlieb: la escritora y la librería, esa maravillosa librería.
Para maridar con: cualquier lector que, como tal, es amante de las librerías y de lo que se cuece dentro. 
En cuanto a nuestra librería, esa que está a la vuelta de la esquina, aunque ejerciera la mayor imparcialidad no dejaría de ser cuestionable, así que me limitaré a decir que entretiene, eso sin duda, y que podéis ojear las reseñas que hay por ahí para comprobarlo.
Y así avanzamos hacia las últimas catas del año…

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