Revista Cultura y Ocio

Novelas de espías, segunda entrega: tipos con mucho que callar

Publicado el 25 septiembre 2013 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
Información que va de un lado a otro por medio de topos... El fin de una manera de hacer literatura que cayó junto con el muro de Berlín
Leer la primera entrega
Novelas de espías, segunda entrega: tipos con mucho que callar

Dejando de lado a los grandes héroes, nos acercamos a un territorio un tanto más complejo y que dominaría un escritor que ha creado escuela, Graham Greene. Autor de novelas muy destacadas como El americano impasible o una de mis preferidas, El cónsul honorario o Nuestro hombre en la Habana, en estas obras y en algunas más Greene nos muestra otro tipo de espías, tipos con pasado, nada de heroicidad y mucho que callar. Personajes complejos que se mueven en ambientes aún más complejos y que muchas veces las circunstancias les superan. Es decir, Greene dotó de intelectualidad al género, lo izó un peldaño y lo alejó de los grandes éxitos. Su punto de partida fue Eric Ambler y esos trabajadores de los servicios secretos que tenían mucho más de humano que de sobrenatural.
Greene no sólo dio empaque al género sino que le situó a la altura de otra literatura. En algunos momentos la complejidad de sus personajes supera con creces a la otra literatura, más seria digamos. La trama pierde algo de fuelle y lo que importa son implicaciones de los protagonistas, en especial en El americano impasible, el personaje principal es tan neutral que espanta.


espías británicos, muros en Berlín...


De lo que carecía Greene lo proporcionó uno de los mejores escritores de espías, John Le Carre, que era una trama enrevesada. Le Carre tocó varios palos antes de meterse en harina, sus primeras novelas fueron algo difusas para luego entrar en el territorio que le ha hecho grande y que por razones históricas le ha dejado a un lado. Le Carre toma la guerra fría y la hace su coto particular. Espías británicos, Alemania del este, muros en Berlín y sobre todo información que va de un lado a otro por medio de topos. No solo dotó a la novela de espías de una trama y unos personajes sólidos sino que nos dio motivos para ser traidor o para ser un topo o para ser un gran espía. La mejor novela, por mucho que digan otros, no es El Topo sino El espía que surgió del frío, una maravilla de principio a fin. El Topo es la consagración de una manera de escribir y de describir la guerra fría. Le Carre ha exprimido su fama de haber trabajado para el espionaje británico en beneficio propio y ha aprovechado esa fama para introducirnos en la trama dándonos un aparte más coloquial, con él de la mano hemos transitado por el “Circus” o por “Whitehall” o por varios sitios más emblemáticos del espionaje británico. Del Topo y de su personaje fetiche, Smiley, siguieron dos entregas más, que no tuvieron tanto éxito, una serie de televisión y recientemente una película del mismo nombre. Su paso por la guerra fría concluyó con Amigos absolutos, el fin de una manera de hacer literatura que cayó junto con el muro de Berlín. Ese fue el territorio dónde se gestó la mejor novela de espionaje, la guerra de bloques, el Pacto de Varsovia y la OTAN. 

Novelas de espías, segunda entrega: tipos con mucho que callar

Autor a redescubrir

De esa época también tenemos un escritor que ha pasado casi de puntillas, Joseph Kanon, cuya obra El buen alemán será recordada más por el cine que por su paso por las librerías para lamento de los que hemos leído la obra, aunque recientemente RBA ha publicado una de sus obras, Estambul. Y también debemos citar a Len Deighton, un escritor que tuvo una influencia muy destacada en todos, aunque en nuestro país ha pasado muy de puntillas.
Antes de hablar de la actualidad me gustaría tratar el asunto de un tipo extraño, incluso para el mundo de la novela de espionaje, Trevanian, autor de la magnífica Shibumi y de otros tres títulos más, que han sido más conocidos por su adaptación al cine, algo ya habitual en este mundo. Se puso de moda gracias al escritor Don Winslow, el autor del Poder del perro, que prosiguió la labor de Trevanian y su novela Shibumi en su obra Satori. Representando la mejor de la novela de espías, un tipo que apenas escribe pero que sus obras son de una calidad muy por encima de la media y que mezcla aficiones con escritura y con una vida en penumbra. Sus tramas afincadas en mitad de la guerra fría, luchando por hacerse un hueco entre los servicios de espionaje internacionales e intentando sobrevivir a los maremotos que estos provocan. Les animo a leer la biografía de Trevanian, da para una buena novela y consta de medio folio.
Continuará…

Sergio Torrijos
Novelas de espías, segunda entrega: tipos con mucho que callar

Volver a la Portada de Logo Paperblog