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Nuestra casa en el árbol - Lea Vélez

Publicado el 17 mayo 2017 por Entremislibrosyo
Nuestra casa en el árbol - Lea Vélez

Hay libros que se me han realmente difíciles de reseñar y son precisamente los que más me gustan, los que más me hacen sentir, los que despiertan diversas emociones en mí, esas que, o bien son difíciles de transmitir con palabras, o bien me hacen correr el peligro de desnudarme demasiado públicamente. Hoy os hablo de Nuestra casa en el árbol.

Sinopsis


Tras la muerte de su marido, Ana decide que la vida de ciudad, las mil extraescolares, los problemas educativos, los infinitos deberes repetitivos y la dislexia galopante de su hijo mayor son demasiado para ella. No puede más. No tiene tiempo para vivir del modo que el sistema le impone y a la vez estar con sus niños. Entendiendo que ella es la mejor «profesora de extraescolar» para ellos, decide romper con todo. Escapa de un mundo derruido y lleno de dolor, vende todo lo que la ata a Madrid y se marcha al sur de Inglaterra, al hostal inglés que su marido le dejóen herencia.

Allí, en Hamble-le-Rice, un bucólico pueblo de pedernal junto a la desembocadura del río Hamble, Ana crea un mundo de humor, un entorno irreverente y liberal, en una antigua escuela de carpintería situada en el borde mismo del agua.
Sus hijos, Michael, Richard y María, gracias a su vida en plena libertad, extraerán de sus aventuras y experiencias personales sus propias vocaciones y destinos, demostrando que la excelencia puede alcanzarse a través de la sencillez, sin sacrificar la infancia en favor del futuro.

Mi opinión


Cuando Ana enviuda decide mudarse con sus tres hijos, Michael, Richard y María, a Inglaterra y convertir Joiners House, esa casa junto al río que fuera el hogar familiar de su marido en Hamble-le-Rice y más tarde casa de veraneo para ellos, en un Bed & Breakfast. La construcción de una casa en un árbol del jardín se convierte para Ana en un proyecto que va mucho más allá de regalarles a sus hijos un lugar especial en el que jugar y es que una de las características que sus hijos atribuyen a Ana, la de no ser literal, puede aplicarse a Nuestra casa en el árbol, una novela en la que las metáforas campan a sus anchas para ofrecernos una fábula para adultos porque la casa que construye Ana no puede ser una casa cualquiera porque cada árbol, como cada niño, como cada persona, es singular y, por lo tanto, se merece una casa a medida, al igual que cada niño precisa de la educación y la formación que mejor se adapte a sus capacidades y necesidades.
La historia corre a cargo de un narrador protagonista usando la voz de unos de los niños e intercala fragmentos del diario de la madre que completan lo que una voz en primera persona no puede transmitir al lector puesto que no conoce todo. Los que fueron tres maravillosos e inteligente niños, llenos de ingenio y curiosidad ya son adultos y la vuelta a Hamble-le-Rice para un funeral es el punto de partida para viajar al pasado, para volver a la infancia que forjó a los adultos que son hoy y en ese viaje al pasado la autora afronta temas tales como la pérdida y la capacidad para levantarnos y continuarcaminando a pesar de las zancadillas que nos pone la vida.
Pero sin duda el tema principal de Nuestra casa en el árbol es la visión que nos ofrece Lea Vélez sobre la maternidad, la educación y la libertad, muy distinta a la convencionalmente aceptada y para hacerlo ficciona su propia vida. Unos niños de curiosidad insaciable y de inteligencia fuera de lo común son el medio para cuestionar y criticar la educación estandarizada que premia la memorización y la ejecución de tareas repetitivas y poco creativas, la educación cuyo único fin parece ser aprobar un examen, frente a la educación basada en fomentar las competencias e intereses de cada niño. Un sistema que a menudo tacha a los niños con altas capacidades de vagos y faltos de interés, cuando la realidad es que el aburrimiento y la frustración se adueña de ellos en cuanto pisan las aulas.
“ - ¿Y a qué vas al colegio?- Yo voy al colegio a llorar.”
No es solo sobre la educación formal en las escuelas sobre lo que te hace reflexionar este libro, aunque en general ninguno estemos del todo conformes con el sistema. Es sobre la responsabilidad que tenemos madres y padres de formar a nuestros hijos y de proporcionarles las claves que los convertirán en los adultos que serán el día de mañana, donde he encontrado todas esas emociones de las que os hablaba al principio. No es tarea fácil educar a un hijo, a menudo olvidamos que todo lo que somos se fraguó en nuestra infancia y olvidamos también cuánto podemos aprender nosotros mismos de ellos. La arrogancia propia del adulto nos lleva a menudo a tratar a los niños como seres incompletos sin darnos cuenta de que su inocencia y su pureza son la clave de un camino de aprendizaje que todos, padres e hijos, debemos recorrer sin perder nunca de vista la singularidad de cada uno. Un camino en el que las debilidades y los tropiezos son oportunidades; un camino en el que no se trazan rutas a seguir, sino que cada paso que damos juntos ayuda a construir una vida; un camino, una educación, que no te dice lo que hay que hacer, te da las armas para saber decidir qué hay que hacer. Un camino en el que no se esconde el dolor porque él, al igual que los momentos dichosos, también forma parte de lo que somos y seremos. Un camino y un objetivo, porque nuestro principal proyecto en la vida debe ser no perder la felicidad que sin duda, y a pesar de los avatares que nos sacuden, nos es intrínseca.
“Nacemos sabios. Nacemos felices. Nacemos completos. Nacemos perfectos como las flores. La felicidad existe y está aquí, pero hay que regarla.”
Sentirse en casa de Ana, construir junto a ella la casa en el árbol, tablón a tablón, no un kit para montar en un pispás; asistir atónita a las preguntas y conversaciones de sus hijos; formar parte de esta familia conviviendo con ellos en su universo tan particular, es algo que consigue la autora con las descripciones precisas, los diálogos brillantes y las grandes dosis de sentido del humor. Estos son los ingredientes con los que el lector se sumerge en una novela que a golpe de imágenes, metáforas y simbología nos invita a reflexionar a la vez que disfrutamos de la calidez de una prosa que no descuida el buen hacer literario sin dejarse en el camino la fluidez de lectura perfectamente combinada con pasajes de marcado carácter intimista. Una novela que se siente más que se lee porque solo sintiéndola podemos llegar a la magia que Lea Vélez ha puesto en nuestras manos.
Nuestra casa en el árbol es un canto a la libertad, al amor y a la infancia. Un canto construido a base de ingenio y de sentido del humor. Un libro que hay que sentir y vivir a pesar de que ello pueda implicar una autocrítica a menudo dolorosa.

Ficha técnica


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